El futuro de Venezuela, al borde de la cesación de pagos, depende en parte de sus dos principales acreedores, Rusia pero sobre todo China, cuyo respaldo a renegociar su deuda es de momento una incógnita, señalan los economistas.
El miércoles, el ministro de Finanzas ruso, Anton Siluanov, citado por la agencia Interfax, anunció que Rusia y Venezuela alcanzaron «un acuerdo para reestructurar» la deuda de Caracas con Moscú, sin dar cifras ni modalidades.
La reestructuración de la deuda supone renegociar los vencimientos, puede llegar incluso a disminuir los montos de pagos o también a una quita de deuda.
La agencia rusa RIA Novosti citó al embajador venezolano en Rusia, Carlos Faría Tortosa, precisando que la firma de un acuerdo entre los dos países intervendrá de aquí al 15 de noviembre.
El 13 de noviembre se llevará a cabo en Caracas una reunión con los acreedores del país, invitados por el gobierno a renegociar la deuda exterior estimada en unos 150.000 millones de dólares.
De este monto, 28.100 millones de dólares los habría prestado China, y 9.100 millones Rusia, o el gigante semipúblico ruso Rosneft, según los cálculos de Mark Walker y Richard Cooper, dos especialistas de deudas soberanas.
Algunas fuentes estiman no obstante que la deuda de Venezuela con China podría ser más importante.
El gobierno venezolano se limitó durante mucho tiempo a saldar sus propios vencimientos como los de la compañía petrolera PDVSA, a pesar de un situación económica desastrosa.
Pero debido a las sanciones impuestas durante el verano boreal por Estados Unidos, que le cierran a Caracas el acceso al mercado financiero, el gobierno venezolano no podrá pagar los próximos vencimientos, unos 2.000 millones de dólares en noviembre, según el estudio Aristimuño Herrera & Asociados.
Las agencias de calificación financiera advirtieron cada una por su lado sobre la inminencia de un default. Quizás cuando termine la semana, según los analistas de Capital Economics.
‘El fondo de los cajones’
Risa Grais-Targow, experta sobre Venezuela del grupo Eurasia Group, señala que el país ya está «atrasado en el pago de unos 750 millones de dólares» y «vacía el fondo de los cajones» cuando sus reservas cayeron a su más bajo nivel en veinte años.
Con este panorama todos miran ahora a Moscú y Pekín.
Rusia, que ya en 2015 aceptó reestructurar la deuda de Venezuela, es considerado como el socio de Venezuela más flexible.
«Hay dos factores que hacen que Rusia sea más abierto (…) que otros acreedores. En primer lugar, en el contexto de sus préstamos, Rosneft recibió participaciones en los yacimientos petrolíferos venezolanos. Segundo, forjar una alianza con un país tan cerca (geográficamente) de Estados Unidos puede percibirse como una ventaja geopolítica», explicó William Jackson, de Capital Economics.
Oleg Kouzmin, economista de Renaissance Capital, recuerda que «Rusia anuló la deuda de algunos países recientemente, entre ellos Cuba y Corea del Norte». Kouzmin destaca además que el monto para Moscú «no es tan importante».
El gran desafío del presidente venezolano Nicolás Maduro podría ser el de obtener un respaldo financiero chino.
«Es posible que China, preocupada por sus intereses nacionales, se adentre en negociaciones, por ejemplo sobre el acceso a los yacimientos minero y petrolíferos», sabiendo que Venezuela dispone de las mayores reservas de crudo del mundo, señala Hu Xingdou, un universitario establecido en Pekín que habló con la AFP en su nombre.
«Tenemos por principio la no injerencia en los países extranjeros, pero por otro lado los dos países mantienen desde hace mucho relaciones de amistad y de cooperación de largo plazo», recuerda Zhu Chaoping, economista de UOB Kay Hian en Shanghai.
Observa no obstante que «Venezuela no es Sudán, en donde China obtuvo permisos de explotación petrolera» para sus propias compañías.
Para Christopher Dembik, responsable de investigación económica de Saxo Bank, es sobre el petróleo venezolano que se basará todo apoyo de Pekín y de Moscú.
AFP