Louis Genor / AFP
RIO DE JANEIRO. Las calles de Brasil están en fiesta desde el viernes, pero el momento más esperado del carnaval comenzó este domingo: el desfile en el sambódromo de las mayores escuelas de samba de Rio de Janeiro, una explosión de ritmo, plumas y purpurina.
El desfile, mundialmente famoso, no es apenas un gran espectáculo colorido, sino también una disputada competencia: cada escuela es evaluada por un jurado, que revisa con precisión la calidad de la música, los vestuarios, y el tema elegido por cada grupo, entre otros criterios.
El trabajo de un año entero es juzgado en menos de una hora de espectáculo.
El año pasado, el carnaval de Rio coronó a dos escuelas que terminaron empatadas y que vuelven para defender su título. Mocidade va a desfilar de última el domingo y Portela será la segunda en presentarse el lunes, segundo día de desfiles.
Así como en el fútbol, en el carnaval también hay escuelas de primera y segunda división. Las más importantes, que integran el «grupo especial», normalmente son doce.
Pero este año, excepcionalmente, desfilarán trece: ninguna fue rebajada desde el carnaval pasado debido a dos accidentes graves durante el desfile que causaron la muerte de una periodista y dejaron varios heridos.
Las normas de seguridad fueron reforzadas para esta edición y los conductores de los vehículos alegóricos deberán someterse, por primera vez, a pruebas de alcoholemia antes del evento.
Menos dinero, más creatividad
Este año, las escuelas debieron sacar punta a su creatividad para no disminuir la calidad de sus desfiles después de que el gobierno les redujera a la mitad las subvenciones municipales.
El alcalde de Rio, Marcelo Crivella, se basó en la crisis financiera de la ciudad para justificar ese recorte. Pero a los fanáticos del Carnaval no se les escapa que el exobispo evangélico no comulga con esta fiesta de excesos y lo acusan de ir contra una tradición sagrada que atrae a más de un millón de turistas y genera más de 1.000 millones de dólares para Rio.
Después que sus detractores lo acusaran de querer aguar la fiesta debido a sus convicciones religiosas, Crivella adoptó un tono más conciliador y admitió el viernes que la celebración podría «devolverle el optimismo» a una ciudad afectada por la violencia y la crisis financiera.
Pero no estará presente en la avenida «Marqués de Sapucaí», como se conoce al sambódromo, cuando Mangueira desfile madrugada adentro con sus provocadores versos: «Pecado es no divertirse en el carnaval».
Imperio Serrano, que abrirá el desfile, eligió un tema más exótico: los misterios de China.
Para cerrar la noche, Mocidade también irá al continente asiático con un desfile dedicado a la India.
Fuera del sambódromo, millones de entusiastas seguirán desfilando disfrazados en los ‘blocos’ callejeros, procesiones carnavalescas que arrastran multitudes a cualquier hora del día.
El sábado, más de un millón de personas se reunieron en el centro de la ciudad para el desfile de «Bola Preta» (bola negra), el ‘bloco’ más tradicional de Rio que en esta edición cumplió 100 años.
El carnaval callejero reúne también a millones de personas en otras ciudades de Brasil como Salvador de Bahia y Recife, en el noreste del país, donde la fiesta se tiñe con el folclore regional al ritmo de ‘blocos’ de samba-reggae, frevo y maracatú.