La presión crecía este miércoles sobre el presidente peruano, Pedro Pablo Kuczynski, para que dimita en víspera de que el Congreso dominado por el fujimorismo vote una moción de destitución por sus lazos con la brasileña Odebrecht, tras la supuesta compra de votos para salvarle en diciembre.
La primera víctima de esta telenovela en que se ha convertido la política peruana podría ser, no obstante, el hombre que le salvó en el primer proceso de destitución en diciembre: el parlamentario Kenji Fujimori, hermano y feroz opositor de Keiko Fujimori, la líder de Fuerza Popular, el mayor partido de oposición en el Congreso, en cuyas manos está la supervivencia política también de Kuczynski este jueves.
La amenaza de destitución ha generado incertidumbre en el país que será anfitrión en abril de la Cumbre de las Américas, a la que asistirá el mandatario estadounidense Donald Trump y una treintena de gobernantes más, incluido el venezolano Nicolás Maduro, pese a haber sido eliminado de la lista de invitados.
Congresistas fujimoristas difundieron el martes un vídeo en el que aparece Kenji intentando convencer a otros parlamentarios de que apoyen a Kuczynski a cambio de obras públicas en sus distritos.
«Vamos a iniciar el proceso de denuncia constitucional, es decir, el desafuero a los cinco parlamentarios que son materia de este video», dijo el presidente del Congreso, el opositor Luis Galarreta, quien pidió a Kuczynski que renuncie para evitar ser destituido.
El apoyo de Kenji y otros nueve diputados afines lograron salvar a Kuczynski de la primera moción de destitución, a cambio del indulto a su padre Alberto Fujimori (1990-2000), que cumplía 25 años de cárcel por corrupción y crímenes de lesa humanidad. Ello les valió a este grupo de diputados la expulsión del partido.
Pero las mentiras del presidente sobre sus presuntos vínculos con Odebrecht cuando era ministro de Economía en el gobierno de Alejandro Toledo -sobre el que pesa también una orden de extradición por haber recibido 20 millones de dólares de la constructora brasileña- parecen estar a punto de cavar su tumba política.
Odebrecht reveló que había pagado casi cinco millones de dólares por asesorías a empresas ligadas al presidente cuando era ministro, lo que había negado.
La constructora admitió además que hizo aportes de campaña en 2006 y 2011 a los últimos cuatro ocupantes del sillón presidencial peruano, incluido Kuczynski, y a Keiko Fujimori.
Kuczynski se convertiría así en el primer mandatario en ejercicio en perder su puesto por los tentáculos corruptores de Odebrecht, que admitió haber pagado decenas de millones de dólares en sobornos en varios países latinoamericanos para adjudicarse contratos de obras públicas.
«El gobierno no compra congresistas», respondió la presidenta del Consejo de Ministros, Mercedes Aráoz, a la divulgación del video. Sin duda, los peruanos recordaron las prácticas habituales durante el gobierno de Alberto Fujimori.
Los videos habrían contribuido a cambiar la opinión de algunos congresistas indecisos. Según la prensa local, un centenar de diputados apoyaría el nuevo proceso de destitución, 13 más de los necesarios.
Un sondeo de la firma Ipsos reveló la semana pasada que el 58% de los peruanos cree que Kuczynski debe ser destituido, contra un 37% que estima que debe seguir hasta 2021.
Sin opciones
Las opciones de Kuczynski parecen reducidas. Si no renuncia, la alternativa es que lo destituya el Congreso. También puede suceder que renuncie y el Congreso no lo acepte y lo someta al oprobio público por «incapacidad moral» y termine destituyéndolo el jueves.
Lo que está claro, es que es altamente improbable que el presidente que lleva 20 meses en el poder, se salve, aseguran los analistas.
En caso de renuncia o destitución, lo reemplazaría el primer vicepresidente y actual embajador en Canadá, Martín Vizcarra, para que complete el actual periodo de gobierno, que culmina en julio de 2021.
Sin embargo, si ninguno de los dos vicepresidentes acepta el reto, llegaría a la casa de Gobierno el presidente del Congreso, el fujimorista Luis Galarreta.
Éste tendría que convocar nuevas elecciones, escenario que ningún partido desea en momentos de desprestigio de los políticos por los escándalos de Odebrecht.
«Yo no creo que va a pasar (la destitución), pero sería un golpe de Estado», afirmó este rico empresario y banquero de 79 años con experiencia y amigos en Wall Street, en una entrevista el domingo.
La incertidumbre política, en tanto, está erosionando la economía peruana.
«Estamos viviendo un panorama complicado porque la economía está sintiendo el impacto de la inestabilidad política ligada al presidente», dijo a la AFP el economista Jorge González Izquierdo, quien explicó que la economía nacional está creciendo en los últimos meses por debajo de las previsiones.
AFP