El autor de “A 2,50 la cubalibre”, Ibrahim Guerra, adelanta ambiciosos proyectos culturales en Doral Gables City y mantiene los ojos puestos en Venezuela
El caraqueño Ibrahim Guerra, destacado dramaturgo, director, cineasta y ahora también artista plástico, vive y trabaja en Florida, Estados Unidos. No pierde los contactos con Venezuela y amasa un proyecto teatral muy importante para el primer semestre de 2013.
–¿Qué hace?
-En la actualidad vivo en Doral Gables City, urbe importantísima del Sur de Florida, enorme en dimensiones, hermosa en diseño urbanístico y arquitectónico. Está llena de venezolanos y hay arepas y arepazos por todos lados. Su recién electo alcalde es Luigi Boria, de origen venezolano. Viví en un principio en Miami Beach. Ahí desarrollé una labor extensa como pintor. Luego me mudé para Doral Gables, donde trabajo como proyectista y asesor de empresas culturales, curador de arte. También participo en varios proyectos teatrales propios y de la Fundación Artistas Unidos, que preside la pintora venezolana Aguasanta Erminy, y a la cual pertenezco como director artístico. Estamos organizando tres centros teatrales, uno lo pensamos gerenciar nosotros en la Fundación e inaugurarlo con textos míos. El primero, para una actriz, “¿Será que soy una cuaima?”. Ese venezolanismo será un punto de atracción dramática Y el otro, “Memorias del miembro útil”, trabajo dramático expositivo sobre un tema en el que poco a poco sin interesarme del todo, me he ido introduciendo, la masculinidad, sobre todo a partir de la extraordinaria serie de TV Mad Men. Esto, aparte del montaje de mi pieza “Wilde”. El Teatro 8 de la Calle 8 ya comenzó a estructurar su producción, muy difícil, por cierto; los personajes son numerosos y muy complejos.
“Los cambios son difíciles a mi edad”
-¿Qué planes hay para el 2013?
-Para el 2013 pienso continuar con todo lo que hay en el horno y seguir inventado recetas y emprender todo lo que se pueda hacer. Mucha gente viene no solo a repetirse, a volver a hacer lo que han hecho hasta la saciedad, a inventar la locha, sino también, en el peor de los casos, a hablar de lo que han hecho en su vida. Me niego a entregar currículos en dónde me convocan. Por todos lados me preguntan ¿quién eres tú? Lejos de despecharme por tal desconocimiento de mí, de mi obra o de mi vida pasada, me alegra saber que la veo ratificada con todo lo que puedo proponerme, y puedo hacer. Para mí la vida, y esto no lo digo como un lugar común ni deseos de sentar cátedra, estoy muy lejos de esas dos pendejísimas actitudes, y tampoco por filosofar gratuitamente, sino por inquietud, no es más que formular, diseñar y ejecutar proyectos nuevos. Los viejos tuvieron su momento, su cabida y sus resultados dentro de las circunstancias que los produjeron, los nuevos tienen otras. Lo difícil a mi edad (nací en 1944) es asumir que lo que tienes atrás es pasado, pero hay que hacerlo, si no, los años pesan e impiden nuevos crecimientos. A mi edad, te repito, los cambios son difíciles, y las renuncias, más, pero yo a esas cosas estoy acostumbrado, tal vez por eso las sigo sobrellevando, pero es la única opción que tienes de que tu organismo no sólo físico, para el que ya es difícil, también el espiritual y anímico sientan que vives.
-¿Se enteró de la muerte de Rodolfo Santana?
-Sí y la muerte de Santana me pegó muchísimo, era mi amigo. Él y yo somos los únicos que integrábamos una generación de autores-directores. Los más cercanos a nosotros o aparecieron un poquito antes, como Núñez, Agüero, Martínez, el Chino Barrera, entre otros, o un poquito después, como Caballero, entre otros, claro. Estábamos juntos cuando él leyó por primera vez “La muerte de Alfredo Gris”, una de sus obras más montadas. Luego lo estuvimos de nuevo en el 87 en el estreno de “Baño de Damas”, cuando reventamos la sala Anna Julia del Ateneo de Caracas. Él y yo recorrimos el camino de la dramaturgia, él, y yo el de la dirección. No hubo una sola oportunidad en las muchísimas que nos vimos que no me hablara de un nuevo proyecto, de una nueva idea, de un congreso, de una película, de un montaje, un guión, un taller. Creo que esa actitud lo ayudó a sobrellevar sus dolencias.
Cátedra Santana
Ibrahim cree que la Universidad Nacional Experimental de las Artes, en primer lugar, pero también todas las universidades latinoamericanas, “deberían abrir una cátedra permanente que estudie el legado de Santana. Me encajaría diseñarla y hasta tener la oportunidad de dirigirla y dictar y desarrollar talleres en ella. Santana siempre me invitaba a los que dictaba él para que yo desarrollara algún tema de interés. Pero eso va a ser difícil, en la actual Unearte interesa más Grotowsky. Esto me parece hoy en día absolutamente innecesario. Este maravilloso laboratorista del teatro tiene ya poco que aportar a la dinámica social de nuestra época. No creo que esté mal que lo sigan haciendo museísticamente esos centros oscuros, algo sórdidos, de experimentación teatral que todavía andan por ahí, pero en una universidad que se pensó y nació sin paredes, es una aberración académica. Esos son mis planes no sólo para el 2013, sino a partir de este mismo momento en el que te respondo. En una palabra, ¡continuar! Veo hacia atrás y de verdad, me convenzo de que la vida es corta, ¿para qué, entonces repetir lo vivido? O, peor, ¿para qué vivir del recuerdo? O, en definitiva, ¿para qué suponerlo bueno y único? Lo único bueno inmejorable está por hacerse, y fiel al principio de la evolución, estoy convecino de que no se hará nunca. Pero hay que averiguar, hasta el agotamiento total, la razón.
Cubalibre en Miami
Ibrahim comenta que su “A 2, 50 la cubalibre” sigue ratificando el premio otorgando en México de ser “la pieza venezolana más montada en el exterior”. En la actualidad se representa en el Teatro Bar de Coral Way, en Miami, y preparan una producción en Los Ángeles, con formato grande, como se hizo en Puerto Rico, en el Gran Salón del Hotel la Concha, para más 500 personas. “Yo pensé que alucinaba viendo el gentío en una pieza que cuando la escribí, a finales de los 70s, la supuse, por lo experimental y arriesgada de concepto dramático y concepción del espacio, para una audiencia no mayor de 40 personas. Siento gran admiración y profundo respeto y agradecimiento por todos los que la tratan, porque que sé que siempre lo hacen considerándola una obra especial. Mimi Lazo decía que soñaba con ella antes de montarla y luego de que Luis Fernández la dirigió, la siente excepcional. Él y todos los directores que la han tratado lo han hecho a partir de ópticas y posibilidades particulares, aunque a partir de él, el formato de los personajes ha adquirido otro carácter y configuración. En mi obra son mesoneras, en el montaje de Luis comenzaron a ser putas. Esto le ha abierto nuevas opciones al texto. Las mujeres pasaron de ser humildes trabajadoras, relegadas de botiquines de barrio, a acróbatas burdeleras de un Streeper Bar de Miami. Esta modalidad de carácter iniciada por Luis en Caracas, repetida por él mismo en Colombia, se ha copiado en Panamá, Brasil y el último montaje de Miami. Te comento que aquí se ha montado cuatro veces”.
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Edgard Antonio Moreno Uribe
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