Hartos conocidos para todos, son los análisis de acuerdo a los cuales una cosa son las elecciones presidenciales y otras las parlamentarias o regionales.
Durante estos años hemos aprendido que el elector oficialista no se comporta igual cuando compite Chávez a cuando compiten los que dicen ser de Chávez. Dicho comportamiento es multifactorial y pudiéramos explicarlo en el cansancio que genera tanta “votadera”, pero por sobre otras razones, en el desprestigio que caracteriza a la totalidad de los candidatos oficialistas.
Basta revisar sus nombres por regiones para darse cuenta que allí lo que hay son turistas políticos en unos casos, e ineficientes y fracasados funcionarios en otros. El caso de Miranda es el mejor ejemplo, pues quien hoy aspira a reeditar los tiempos de Diosdado, fue desde la vice presidencia de la República, el primer saboteador de la calidad de vida y seguridad de los ciudadanos de nuestro estado.
Sin embargo, estas líneas no son para comentar la ineficiencia individual de algún funcionario en particular, sino para alertar sobre la necesidad que el país alcance el equilibrio y la gobernabilidad en el futuro merece.
Al momento de escribir esta opinión, sigue siendo un misterio la situación de la salud presidencial, incluso su ausencia en la cumbre del Mercosur parece ser un hecho, lo que si es seguro es que las cosas no andan bien. Hay mentiras y poca transparencia en lo que se está informando al respecto.
Toda esa situación, no hace más que fortalecer las razones y los motivos para ir a votar; y votar por los aspirantes del progreso democrático, esos que más allá del color político, son los líderes naturales que trabajan por sus regiones, pero aún más, esos cuyo triunfo sería muro de contención, equilibrio y garantía para frenar cualquier aventura de quienes en caso de ausencia Presidencial, pudieran buscar cualquier receta cubana-comunal para quedarse en el poder amparándose en la complacencia de gobernadores de parapeto.
Por eso el título de este artículo, la tranquilidad y la estabilidad de la Nación es anhelo y nos une a todos, y quizás, en los próximos meses, podrían estar en juego.
Frente a ello y con la confianza de casi siete de millones de venezolanos y la simpatía de otros muchos que por diversas razones no votaron por él, Henrique Capriles está llamado a encabezar un equipo de políticos fajadores, cuya presencia en gobiernos y espacios de poder, permitirán que nuestro barco llamado Venezuela navegue y llegue a puerto seguro, incluso independientemente, de que quien obtente el timón de capitán durante la crisis sea oficialista.
El chavismo noble, que es la inmensa mayoría, lo intuye, por eso, es muy posible que esta vez, al no estar convencido de las verdaderas intenciones del postulado por el Psuv, decida no quedarse en casa, sino ir a votar y hacerlo por el flaco Capriles, el garante del progreso y la paz de todos.
Juan Carlos Vidal
Abogado y activista social de Petare