EL HURACAN BOLIVARIANO (Por Omar Lopez Matos. TOMADO DEL DIARIO LA PRENSA DE BUENOS AIRES)Cuando el mismo Diosdado Cabello advierte que lo que está pasando casi al mismo tiempo en Perú, Chile, Ecuador, Argentina y Honduras «no es una brisita, sino el comienzo de un huracán», no nos conviene escudarnos en la comodidad de una teoría conspirativa, sino, por lo menos, calzarnos las botas de lluvia. Bien visto lo de Diosdado no es una advertencia, es una declaración de guerra.
Por los disturbios que estallaron en Chile, hay por lo menos 60 venezolanos detenidos, que están a la orden de la fiscalía, y van a ser deportados. Se está averiguando los motivos de su ingreso en el país trasandino; a tres de ellos se le secuestraron armas de fuego, y cinco tenían credenciales diplomáticas y pertenecen al Sebin. Vale preguntarnos ¿cuántos de éstos agentes están entre nosotros en Argentina, o en Uruguay, dispuestos a generar violencia si las cosas no salen como suponen?
Si a eso agregamos que el domingo venció Evo en las elecciones, con maniobras sospechosas como la cancelación del escrutinio provisorio de las elecciones y hasta se empezó a hablar de las irregularidades del Lava Jato, y la necesidad que Lula vuelva a su casa, cabe preguntarnos ¿qué está pasando en América Latina, y especialmente en la ONU que incluye a Venezuela en Consejo de los Derechos Humanos, después que Bachelet haya elevado un informe donde existen 7.000 opositores asesinados, ante el silencio cómplice de la Iglesia? (Parece que solo cuentan los muertos de un lado ideológico. Esto es violencia de Estado y es casi el mismo número de muertos denunciados por la Conadep. ¿Cuál es la diferencia?).
CAUDILLOS MESIANICOS
En Cuba, Venezuela, Nicaragua, y también en Bolivia, ha vencido la distorsión democrática que permite la reelección ad eternum de estos caudillos convertidos en mesiánicos, en consonancia con esa tendencia tan latina a la unción de salvadores irremplazables. Ya varias provincias argentinas tienen gobernadores per sécula seculórum. ¿Cuánto falta para que una constitución avale la presidencia eterna?
Cuando a George Washington se le ofreció un tercer mandato fue muy claro al respecto, «luché todos estos años contra la monarquía». Tenía clarísimo que la república necesitaba alternancia, detalle que parece excedernos a los latinos, siempre en busca del redentor proverbial, del hombre poderoso que resolverá todos nuestros problemas, el mago Melquiades del realismo mágico. En realidad, lo de América Latina es realismo trágico, que lleva a ganar a la cleptocrácia que hizo trizas a un país. América Latina se está transformando en un Macondo, pero más dramático y violento.
En nuestro caso, a pesar del voluntarismo y del wishfull thinking (tendencia inconsciente que nuestros deseos se cumplan) se vislumbra la victoria de los Fernández. Muchos votantes vapuleados por la angustia económica creen que mágicamente sus problemas se resolverán el lunes 28 por la mañana, y sus heladeras estarán pletóricas por el solo hecho de que vuelva Cristina.
No les llevará mucho tiempo entender que el progresivo deterioro de la economía que sufrimos después de las PASO, nos conduce hacia una nueva crisis que, probablemente, podría atrasarse por los ingresos del Fondo, y un frágil pacto social concedido como la luna de miel de los nuevos gobiernos, que en este caso promete ser breve. ¿Cuánto tiempo nos falta para caer en hiperinflación? ¿Dos meses? ¿Seis?
Es casi seguro que el próximo ministro de economía sea un populista de la escuela de Kicillof, que esgrimirá las mismas teorías sobre el estímulo del consumo, y que la emisión no es inflacionaria, etc., etc.
Concluido el himeneo, y ante el empeoramiento de las variables económicas, el gobierno tendrá carta libre para imponer más precios máximos, más cepos, más impuestos confiscatorios, resucitar la Junta Nacional de Granos, la Junta Nacional de Carnes, y quedarse con cada dólar de lo que se exporta en Argentina. Esta vez no solo huirán los capitales, sino los que manejan los capitales.
ARGENZUELA
Argenzuela está a la vuelta de la esquina, como consecuencia directa de esta política, que por enésima vez no funcionará en Argentina. Aparecerá la persecución política, con su limitación a la libertad de prensa, la CONADEP al periodismo, y más políticas confiscatorias, que solamente acelerarán el huracán boliviariano, muy parecida a la tormenta apocalíptica que borró Macondo de la faz de la tierra, aunque los países no desaparecen y sobreviven lánguidamente pataleando en un charco, atascados en un pantano, hasta que surja, antes o después, un deseo de enmienda, que no todos podremos llegar a ver.
Estamos asistiendo al fin de una Argentina, al cierre de un ciclo, después del cual nada volverá a ser como antes, y si se me permite expresar mi pesimismo, será peor, mucho peor.
Decía Armando Ribas: «Cuando no me gusta lo que pienso, prefiero pensar que estoy equivocado». Dios quiera que me equivoque.