Concentraciones multitudinarias a nivel nacional exigen que se convoquen nuevos comicios con nuevas autoridades en el Tribunal Supremo Electoral
Una delegación de la Organización de Estados Americanos comenzó la auditoría de los resultados de las elecciones en Bolivia en medio del rechazo de la oposición, que denunció un posible fraude a favor del presidente Evo Morales.
Las dudas sobre los resultados de los comicios han desatado fuertes protestas en todo el país. “El primer grupo de la OEA llegó y ya está trabajando en la revisión de voto a voto en el Tribunal Supremo Electoral”, informó el viernes el canciller Diego Pary a la televisora Bolivisión.
Mientras tanto, concentraciones multitudinarias a nivel nacional exigen que se convoquen nuevos comicios con nuevas autoridades en el Tribunal Supremo Electoral.
La víspera se vivió la jornada de protestas más violenta desde las cuestionadas elecciones presidenciales del 20 de octubre.
Por la noche, jóvenes se enfrentaron con la policía cerca del palacio de gobierno durante varias horas tras asistir a una protesta multitudinaria en el centro de La Paz.
Pary indicó que los resultados de la labor de la delegación estarán listos en 10 a 12 días. En círculos gubernamentales existe la esperanza de que la auditoria pueda calmar las protestas, pero los opositores no creen lo mismo y han llamado a mantener las movilizaciones ante la sospecha de que podría consolidar la victoria de Morales en las urnas.
Según los resultados oficiales Morales obtuvo 47,08 % de los votos mientras Mesa alcanzó 36,51%, lo que le permitiría al mandatario evitar un balotaje.
Para ganar en primera vuelta un candidato debe obtener 50 % más uno de los votos o lograr 40 % y tener una diferencia de al menos 10 puntos porcentuales respecto del segundo postulante más votado.
Pese a los 10 días de paros, marchas y bloqueos que ya han dejado dos muertos, el viernes parecía más calmo debido a la a tradicional fiesta religiosa de Todos Santos o Día de Difuntos, de raíces hispánicas e indígenas.
Algunos bloqueos callejeros se mantenían en barrios de clase media, mientras los barrios populosos vivían otro ajetreo.
Los mercados callejeros estaban colmados de fruta fresca, flores, verduras y pasteles para recibir a los difuntos que, según la tradición, llegan al mediodía del 1º de noviembre y en casa los espera una mesa con manjares.
A ganar unos pesos
En el mayor cementerio de la ciudad, Julio Bracamonte afinaba su guitarra al Mi del saxo. “Tocamos y cantamos vigilias para alegrar a los muertos”, dijo a la espera de clientes. La gente arreglaba las tumbas a toda prisa. “Tenemos que ganar unos pesos, las protestas nos han perjudicado a todos”, se quejó Bracamonte.
En la capilla del cementerio, abarrotada de gente, el cura celebraba misa para un centenar de muertos cuyos retratos estaban en el piso. “No pude venir a arreglar el nicho de mi padre por estos bloqueos, pero ahora está menos duro”, dijo el ama de casa Matilde Mejía.