En todo el país unas 100 personas fallecieron el jueves por proyectiles y en enfrentamientos, según el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, con sede en Gran Bretaña, y los Comités de Coordinación Local.
Una niña de una familia siria que huyó de su casa debido a los combates entre el ejército y los rebeldes duerme junto a las pertenencias de su familia, en el cruce fronterizo de Bab Al-Salameh
BEIRUT. Tropas sirias respaldadas por tanques y helicópteros irrumpieron el jueves en un suburbio de Damasco tras dos días de ataques con morteros y enfrentamientos intensos, parte de una creciente ofensiva del gobierno para arrebatar el control de partes de la capital a los rebeldes, dijeron activistas.
Al menos 15 personas murieron en la ofensiva en Daraya, a unos cuantos kilómetros al suroeste de Damasco.
Entre tanto, en todo el país unas 100 personas fallecieron por proyectiles y en enfrentamientos, según el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, con sede en Gran Bretaña, y los Comités de Coordinación Local, un grupo activista.
El derramamiento de sangre coincidió con la salida de la capital siria el jueves de los últimos observadores militares de Naciones Unidas después del fracaso de la misión encabezada por el ex secretario general Kofi Annan, que buscaba poner fin al derramamiento de sangre en Siria.
Mientras la guerra civil del país se agudiza, grupos de activistas ahora reportan rutinariamente la muerte de entre 100 y 250 personas cada día, pero es prácticamente imposible verificar las cifras.
Los residentes de Damasco dijeron que las tropas arrojaban cohetes a Daraya y la cercana Moadamiye desde la montaña Qasioun, frente a Damasco.
«Es sólo otro día normal en Damasco», dijo un residente de la ciudad de 1,7 millones de habitantes, quien habló bajo condición de no ser identificado por temor a represalias. «Me desperté con el ruido de las explosiones y no ha parado desde entonces».
En la parte oriental del país, los rebeldes sirios libraban batallas el jueves con las tropas del régimen en el poblado de al-Bukamal, en la frontera con Irak, donde capturaron varios retenes policiales y el cuartel de la policía local, a pesar de los intensos cañoneos y ataques aéreos del gobierno, dijeron activistas.
El conflicto aparentemente irresoluble en Siria ha desafiado todos los intentos de mediación. Grupos pro derechos humanos dicen que más de 20.000 personas han muerto desde que comenzó el levantamiento contra el presidente Bashar Assad en marzo de 2011.
Durante el mes pasado, los combates se extendieron desde los pueblos más pequeños y ciudades del país hacia los bastiones del régimen en Damasco y la ciudad norteña de Alepo.
Annan anunció a principios de mes que renunciará el 31 de agosto. Será reemplazado por el veterano diplomático Lakhdar Ibrahimi el 1 de septiembre.
En Damasco, el vicecanciller Faysal Mekdad dijo que las autoridades sirias están «deseosas» de trabajar con Ibrahimi, pero indicó que la crisis continuará mientras los países extranjeros sigan interfiriendo.
Mekdad también negó las denuncias de los rebeldes de que una periodista japonesa que murió el lunes en Alepo esta semana fue asesinada por tropas del gobierno.
La veterana corresponsal de guerra japonesa Mika Yamamoto fue la primera periodista extranjera en morir en esa ciudad desde que comenzaron allí los enfrentamientos entre insurgentes y fuerzas del régimen hace casi un mes.
Los rebeldes han acusado a las fuerzas del régimen de haberla asesinado. El ministerio de Relaciones Exteriores de Japón dijo que alcanzada por disparos de armas de fuego mientras viajaba con rebeldes del Ejército Libre de Siria.
Mekdad dijo el jueves que los periodistas que se comportan de manera «irresponsable» deben esperar todo tipo de posibilidades. El funcionario, quien habló con periodistas en la capital siria, aseguró que «grupos armados» mataron a Yamamoto con la intención de acusar del crimen al ejército sirio.
Por otra parte, la lucha arreciaba en al-Bukamal, fronteriza con la ciudad iraquí de Qaim. Según los activistas, el punto de cruce fronterizo ha estado en manos de los insurgentes desde el mes pasado, pero las tropas gubernamentales mantienen el control de gran parte del poblado, en la provincia oriental y rica en petróleo de Deir el-Zur.
Los principales frentes de batalla en el último mes han estado en la capital, Damasco, así como en Alepo, donde las fuerzas del régimen han tenido problemas para acabar con una ofensiva rebelde que comenzó el mes pasado y que logró capturar varios barrios de la ciudad de tres millones de personas.
Civiles: principales víctimas
En un informe publicado el jueves, el grupo activista por los derechos humanos Amnistía Internacional dijo que los ataques de morteros y artillería, así como los bombardeos aéreos de las fuerzas del gobierno sirio en Alepo están matando sobre todo a civiles, entre ellos niños.
Agregó que los ataques aéreos y terrestres contra barrios residenciales son acciones indiscriminadas que ponen en peligro a los civiles.
Amnistía dijo que durante una visita de investigación de 10 días a Alepo en la primera quincena de agosto, la organización humanitaria investigó unos 30 ataques en los que murieron más de 80 civiles, que no estaban participando directamente en las hostilidades, y que muchos más resultaron heridos.
El grupo indicó que entre los muertos hubo 10 miembros de una familia, siete de ellos niños, cuya fue destruida totalmente durante dos ataques aéreos el 6 de agosto. Dijo que se han hallado frecuentemente cadáveres de hombres jóvenes, la mayoría esposados y baleados en la cabeza, cerca de la sede de la poderosa Inteligencia de la Fuerza Aérea, un área bajo control del gobierno.
Bassem Mroue / AP