En estos momentos, los vehículos se ofrecen solo en moneda extranjera (dólares) y para los delincuentes este es su principal objetivo. Especialistas recomiendan no realizar pagos con divisas en efectivo
En la actualidad, el acceso a vehículos nuevos en concesionarios del país es casi nulo, razón por la que los venezolanos que requieren comprar optan por buscar carros usados a través de las redes sociales y páginas web. Sin embargo, según expertos en criminología, Facebook e Instagram son las plataformas predilectas para cazar víctimas con supuestas ventas de vehículos.
Debido a la crisis económica y a la inflación en Venezuela -que de acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) se calcula cierre el año en 200.000 %- los vehículos se cobran en moneda extranjera (dólares) y muchas transacciones se pactan en efectivo.
Luis Izquiel, abogado criminólogo, explica que, generalmente, el modus operandi de los estafadores es utilizar cuentas en Instagram o páginas de Facebook para publicar imágenes de los vehículos en venta. Luego se ganan la confianza del cliente mediante supuestas pruebas de compras que han sido efectivas y así logran generar seguridad en otros posibles compradores.
Como los carros no son productos que se puedan enviar a través de una encomienda, Izquiel recuerda que estos requieren revisión por parte del comprador y para ello se pauta un lugar para hacer la inspección. Esto puede ser un arma de doble filo.
Con esta afirmación concuerda Javier Gorriño, criminólogo y director de Seguridad Ciudadana del municipio El Hatillo, y explica que, cuando el comprador acude al sitio de encuentro para ver el estado del vehículo con divisas en mano, los estafadores aprovechan para cometer actos ilícitos como el robo.
Ante ello, ambos especialistas, para prevenir actos delictivos, recomiendan no realizar pagos efectivos en dólares y que, de ser necesario, tratar de canalizar los encuentros para el intercambio en lugares que no faciliten la acción de los delincuentes. Por ejemplo, cerca de un módulo policial.
Diana Maitta/Crónica.Uno