Luis, quien en enero cumplirá 6 años, sufrió un ataque, producto de la xenofobia, en una escuela pública, ubicada en el norte de Quito, ecuador, la última semana de octubre del 2019.
«Mami, mami, ¿por qué mientras me pegaban y me pateaban me llamaban venezolano y me decían ‘vete de aquí’?», decía el inocente niño.
Su padre, Carlos, lleva tres años en Ecuador; es ingeniero automotriz y sabe del manejo de recursos humanos. Trabaja en el área administrativa de una empresa en las afueras de Quito. «A mi esposa le dijeron que le había sangrado la nariz y le indicaron que nos llamarían para una reunión en la Dirección».
El pequeño les contó que dos compañeros de aula lo golpearon hasta lastimarle la nariz; también le dieron patadas y puñetes en el estómago. «Gracias a Dios mi niño es muy inteligente y nos dijo todo, pese a que le advirtieron que si lo hacía le pegarían otra vez», relató su padre.
Este martes 5 de noviembre del 2019, Carlos conversó con el diario El Comercio y le pidió al rotativo que “protegemos su identidad y el de su hijo, para evitarles más riesgos”. Su esposa y el niño tienen casi un año en el país. Este día la familia también recibió la llamada de la Zona 9 del Ministerio de Educación, del Defensor del Pueblo y del Consejo de Protección de Derechos. La Junta de Cotocollao tomará el caso.
Todo empezó el primer día que Luis fue a la escuela
Sus padres se sorprendieron cuando una profesora, en medio del proceso de inscripción, recibió al pequeño con insultos sobre su nacionalidad. Le dijo que por qué no se iba a Venezuela, también que en Ecuador ya había demasiados venezolanos y que se lo llevaran.
«Ese recibimiento ‘esa bienvenida’ nos dolió bastante. Imagínese, de buenas a primeras, en su primer día en el colegio, que reciba esa energía de parte de quien está para brindarle seguridad, para ayudarle y educarle. Que una profesora trate así a mi hijo nos golpeó bastante, nos hizo cuestionarnos muchas cosas. Pero dejamos eso ahí, no quisimos hacer algo más grande. Y fue un error no haber llevado esa situación a otras instancias. Así hubiéramos evitado quizá lo que le hicieron a nivel físico. Esos niños que lo agredieron también son víctimas. Generalmente los niños repiten conductas de los adultos, lo que oyen decir», apunta el padre.
La familia teme salir de casa
Los fines de semana han preferido no hacer nada. Temen, dice Carlos, que alguien pueda sentirse incómodo con su presencia y actúe mal. Este padre de familia dice que tiene amigos ecuatorianos y que apenas hace un año y medio empezó a evidenciar señales de xenofobia. Recuerda que un día compró una memory flash y al probarla no funcionó. Así que regresó al local y le pidió a la señora cambiarla por otra en buen estado. La propietaria del lugar le respondió que no lo haría porque era un ladrón, que los venezolanos llegaron al Ecuador solo para robar.
«Mi esposa siente temor por lo que nos pueda pasar. En el transporte público escucha decir ‘miren hay demasiados venezolanos, vienen a robarnos y a quitarnos los trabajos’. Lo dicen en voz alta, para que escuchemos», anota Carlos. Este miércoles 6 de noviembre de 2019, en la escuela los recibirán y les indicarán qué harán para evitar más agresiones contra su pequeño hijo.
«No queremos nada especial. No pensamos pedir un cambio de escuela. Sabemos que hay niños en otros colegios a quienes les han amenazado con cuchillos. La xenofobia se ha incrustado en la sociedad. Queremos saber cuál es el plan de acción de aquí en adelante para que no se repita con ningún otro niño. La idea es elevar el debate, no pedimos un trato preferencial para nuestros niños sino que accedan al derecho a la educación y que resguarden su integridad, como hacen con cualquier otro alumno. No es nada más, son derechos humanos, creo. Esperamos que Luis sea el último niño agredido en Ecuador por ser venezolano»