Después que alguien informó que el concierto de Neutro Shorty no sería en la Concha Acústica del Parque del Este, la estampida fue indetenible. Querían llegar hasta el Parque Simón Bolívar, donde se presentaría el cantante de rap. A su paso, fue arrollada Andrea Calderón, una adolescente de 14 años de edad. Murió. No pudo presentar su coreografía de baile para la competencia que tendría en diciembre
Lo último que dijo Andrea Calderón fue “Estoy bien”, mientras le agarraba la mano a su amiga Érika. Pero minutos después, el paramédico que la levantó de las escaleras de la entrada del Parque del Este, pronunció: “Ella ya falleció”. A Andrea, una estampida de jóvenes de su edad le pasó por encima.
La estampida que ocurrió el pasado sábado 9 de noviembre fue indetenible. Se desató cuando una voz avisó que el concierto del rapero venezolano Neutro Shorty no sería en la Concha Acústica, según lo anunciado desde el 1 de noviembre en redes sociales.
Neutro, muy temprano en la mañana, agradeció a Dios que el día había llegado, que ya había gente esperando para pasar hacia el Parque del Este. Comunicó, a última hora, que cambiaron el lugar porque el aforo era muy grande y les dieron “un punto más grande” del lado de La Carlota, en el Parque Simón Bolívar. Solo tenían que caminar y cruzar el Puente Independencia.
Pero pocos caminaron. Más bien saltaron las rejas de la entrada del parque y se llevaron todo a su paso, según lo narró Brenys Caballero, directora de la Academia Social Style, lugar donde Andrea y Érika aprendían técnicas de baile.
Caballero estuvo el domingo en el velorio de su estudiante, en la capilla 2 del Cementerio del Este. Abrazó a Érika, supo que también estaba lastimada, como los otros más 100 heridos que reportaron los Bomberos de Distrito Capital.
“Érika me pidió disculpa por faltar al ensayo del sábado. Me dijo que ellas no debieron haber faltado a la escuela, porque de otra manera no hubiese muerto Andrea. Hablé con las mamás de las niñas y me contaron que a Érika fue rescatada por un representante. Pero en el caso de Andrea, lamentablemente, no fue así, “no se pudo hacer nada”, cuenta Caballero.
No solo Andrea murió. A las 7:07 pm de este domingo 10 de noviembre, a falta de 3 horas para que se cumplieran 36 horas de la estampida, ningún ministerio ni autoridad del gobierno del presidente Nicolás Maduro ha ofrecido un balance de las víctimas y heridos.
A un equipo periodístico del portal Efecto Cocuyo, la directora del Hospital Pérez de León, Zaira Medina, le confirmó la muerte de Bárbara Calderón, Daniela Rodríguez y otro adolescente de apellido Jiménez, todos de 14 años de edad. En el Hospital Domingo Luciani, en la lista de los ingresados, Kelly Campos aparecía como fallecida, mientras que el nombre de Andrea Calderón salió en la minuta del 911 del Ministerio de Interior y Justicia.
El Cicpc citó a los organizadores del evento. Y el Fiscal General de la República, Tarek William Saab, informó que se comisionó a las Fiscalías 101 de la AMC y 79 nacional para atender el caso. Y después escribió en Twitter: “He asistido a decenas de conciertos de #Rock en Venezuela, así como en otros países … y el comportamiento del público, a pesar de las grandes multitudes: siempre fue ejemplar …”.
La diferencia es que en este concierto, la seguridad fue escasa. “Me dijo una de las mamás que esperaron hasta las 10:00 am y como no veían escenario, cornetas, personal de seguridad, empezaron a sentirse angustiadas y les dijeron a las niñas que se iban a retirar. Pero comenzó la avalancha”, dice Caballero.
A Andrea la perdieron de vista en medio de la estampida. “Hubo una mamá que me comentó que ella agarró a su hija, la abrazó como pudo y salió”.
Pero ni Érika ni Andrea fueron con sus padres. Varios representantes se pusieron de acuerdo para acompañar a las niñas, fue la condición para que Andrea, Érika y dos amigas más pudieran ir al concierto. Al final asistieron dos mamás.
Caballero no sabe cuánto tiempo estuvo Andrea en el piso en medio de la estampida, y relata que cuando Érika pudo corrió detrás del paramédico que cargó a su amiga y le tomó la mano.
La despedida
Muchos de los que fueron a despedir a Andrea en el Cementerio del Este caminaron 800 metros para llegar a la capilla 2. Entre esos estaba Amparo García, de 60 años de edad. Era una de las vecinas de Andrea. “Una niña noble y tranquila. Hija de padres trabajadores”, dice.
Otro vecino que ya iba de regreso en el carro se encuentra a Amparo le dice: “La mató la turba, pasándole por encima”. Se toman de la mano y se despiden.
Andrea estudiaba en el Patronato San José de Tarbes. “Esa niña no salía así”, dice Amparo, todavía sorprendida de lo que pasó. Iba caminando con su nieta Oriana de 13 años de edad, quien cuenta que, en los colegios ubicados en Las Palmas, “unos muchachos vestidos de negro” repartieron volantes escritos con lapicero, donde indicaban la dirección y el horario del concierto.
Los compañeros de Andrea llegaron a la capilla. Estaban Misel Medina y Lisbeli Molina, quienes también estuvieron en el concierto. Misel cojeaba para subir la lomita, tuvo politraumatismo en el tórax y una lesión en el pie. Las estaban esperando para despedir a Andrea.
Panamericana en salsa
Andrea quería perfeccionar su técnica de baile y hace unos meses pidió a su directora de la Academia Latino que la llevara con Caballero, porque allí aprendería otros géneros como el ballet y la salsa acrobática. Estando ahí acondicionaría su cuerpo y entrenaría para lograrlo. Aunque sin duda, lo de ella, era la bachata.
“El ánimo que trajo fue indescriptible”, según la recuerda Caballero. Impecable en el uniforme, el cabello bien atado y siempre siguiendo las normas. Se comprometió para ensayar y participar como solista en la competencia interna de baile que sería en diciembre.
El sábado 9 de noviembre tenía que presentar parte de su coreografía al ritmo de Panamericana en salsa, de Porfi Baloa. “Por eso me llamó la atención su ausencia. Me comuniqué con su otra directora y me dijo que no sabía nada. Luego vi que la mamá se salió del grupo de whatsapp. Pensé que algo había pasado”, dice.
Caballero sabía de la emoción de Andrea por participar. Pasó el día extrañada, hasta que en la noche, la otra directora le comunicó lo ocurrido. “Era muy soñadora. Me decía: ‘Profe, yo quiero bailar’. Y yo tenía planes con ella”.
Carmen Victoria Inojosa/Crónica.Uno