Familiares de John Jairo López Toro (30) y Johandry Cardozo Cardozo (26), realizaban los trámites este miércoles 27 de noviembre para retirar los cuerpos en la morgue de Bello Monte.
Ellos y un tercero no identificado aún murieron en un presunto enfrentamiento ocurrido el sábado en el sector El Estanque de Coche, pero los parientes de López Toro aseguran que los funcionarios de las Fuerzas de Acciones Especiales (FAES), cuerpo élite de la Policía Nacional Bolivariana (PNB), se lo llevaron en su moto el jueves del barrio Monterrey, de Baruta, al detenerlo en una alcabala móvil.
Sostienen que cuentan con testigos que vieron lo ocurrido. Su prima Patricia Toro dijo que ante la posibilidad de que estuviera preso lo buscaron en los distintos comandos de la PNB, pero no lo encontraron. El fin de semana acudieron a la morgue y allí estaba.
López Toro y Johandry Cardozo vivían en Baruta. El primero era mototaxista y hace 8 años estuvo preso durante un año por robo. Cardozo trabajaba en un restaurante de sushi y tenía siete meses de haber salido en libertad, tras pagar condena de 6 años en Tocorón, estado Aragua, por el delito de homicidio.
En la morgue
Hasta el pasado lunes 18, los cadáveres de Carlos Alberto Figueroa Pino, de 50 años de edad, y el de su hijo Carlos Alberto Figueroa Cedeño, de 26 años de edad, permanecían en la morgue de Bello Monte.
A ellos los mató una comisión de la División de Vehículos de la policía científica, el miércoles de la semana pasada, luego de hacerle seguimiento, desde Santa Rosalía, municipio Libertador. Se desplazaban en un Chevrolet Corsa rojo, reseñó Monitoreo de Víctimas.
Beatriz Cedeño, exesposa de Figueroa Pino y madre del joven, admitió que ambos estaban implicados en el robo de vehículos, “pero no mataban a nadie”, argumentó al llegar a la morgue.
Cedeño explicó que testigos indicaron que el auto donde iban padre e hijo, volcó. Ambos fueron sacados del vehículo y colocados en el pavimento por los policías para luego darle un disparo a cada uno en el pecho. Después la policía dijo que se trató de un enfrentamiento.
La madre del joven detalló que cuando el Cicpc inició el seguimiento del Corsa rojo, en Santa Rosalía, los Figueroa llevaban verduras, hortalizas y frutas para vender porque tenían tres meses que estaban dedicados a esa actividad.
“No mataban a nadie. No eran asesinos. Un ser humano no merece morir así”, reiteró Beatriz Cedeño.