Un estudio determinó que 23 % de las 632 edificaciones históricas registradas sufrieron daños de tal magnitud que hacen imposible su recuperación
Rosa corretea por todos los callejones del casco histórico de La Guaira. Apenas tiene 13 años de edad. Obviamente, no vivió los estragos del deslave. Pero su vecino, que está a dos cuadras, en plena calle Vargas, tiene los recuerdos vivos, como si fuera ayer.
“El agua pasó por encima de la casa. Fue rápido. No dio tiempo de salvar a todos”, comenta con pesar Rogelio, sentado en el zaguán de su casa.
En eso, Rosa se detiene y comenta: “La quebrada se llevó a los señores que vivían en esa esquina”.
Lo dice con naturalidad, como si lo hubiese visto y sufrido en carne propia.
Y es que, para ella, tanto como para Rogelio, la tragedia de diciembre de 1999 se lleva en la sangre. De ese fatídico diciembre ya han pasado dos décadas y, posiblemente, dentro de dos o tres más las historias de quienes sobrevivieron seguirán intactas, pasando de generación en generación.
Principalmente porque en la geografía del estado hay huellas que machacan el desastre dejado por la furia de las aguas.
El casco histórico de La Guaira es uno de esos sectores donde la tragedia quedó marcada.
Esta zona fue considerada en 1997 por la Unesco para ser elevada a Patrimonio de la Humanidad. Luego, con el deslave, se retrasó la propuesta.
Según publicación de agosto de 2018 de IAM Venezuela, portal dedicado a la difusión y protección del patrimonio cultural venezolano, el Instituto de Patrimonio Cultural (IPC), junto con el Instituto de Estudios Regionales y Urbanos de la Universidad Simón Bolívar, realizó un preinventario de los bienes patrimoniales.
En ese estudio se determinó que 23 % de las 632 edificaciones históricas registradas sufrió daños de tal magnitud que hacen imposible su recuperación.
Dice el mismo texto que el 77 % restante es factible de restauración.
Luego, en 2005, el casco histórico fue incluido en una lista como uno de los cien patrimonios de la humanidad en peligro, que publica la Fundación de Monumentos del Mundo.
A no menos de 30 pasos de la avenida Soublette emerge el casco histórico, cuya plaza José María Vargas rompe, tras su rehabilitación, con los rasgos propios de la Colonia. “Pensamos que este gobierno quiere borrar todo el proceso colonial. No conservan lo básico en un proceso de restauración. Cambiaron fachadas, rejas y caminerías”, expresa Manuel Guacarán, quien era jefe civil de La Guaira para el momento de la tragedia.
Son más de 400 años que tiene La Guaria como ciudad histórica. Pero de eso va quedando poco.
Por ejemplo, desde el callejón Escalante se ve solo la cúpula de la iglesia La Ermita del Carmen, pues una edificación de cuatro pisos tapa toda la estructura que se observaba desde la calle Trinchera, dos cuadras más atrás.
Entonces, hay casas de bahareque antiguas y de cemento que se adelantan mucho a la Colonia.
Los mismos vecinos levantaron sus casas. Sacaron hasta tres metros de lodo que dejó la tragedia. Sin embargo, conviven con las ruinas donde antes funcionaron restaurantes y bazares como el que recuerdan los transeúntes, el Vargas.
La calle Bolívar por sí sola es una unidad histórica en el olvido. Dividida por el río Osorio, hoy en día es una muestra de que la rehabilitación solo pasó por donde pasa la novia.
Muy cerca está, y en toda una esquina, el Consejo Legislativo, al cual –de acuerdo con Guacarán– le cambiaron las rejas originales de las ventanas, el reloj se lo quitaron y cambiaron el farol y la placa con el nombre.
En 2008 hubo una esperanza de restauración con la propuesta hecha por el Taller La Guaira, con el respaldo de la Agencia Española de Cooperación Internacional. Sin embargo, la crisis del país, la poca o nula articulación entre las autoridades y la falta de voluntad política, dice el exconcejal, hacen del casco histórico de La Guaira un museo de ruinas.
Mabel Sarmiento/Crónica.Uno
Solo fachadas
Contrasta ver casas en La Guaira que solo tienen fachadas y en su interior crece la maleza y no tienen ni techos. Simplemente son espacios donde ganaron terreno el salitre y el abandono.
Destaca la casa del prócer José María Vargas, declarada valor patrimonial, que fue comprada por el Estado y que pasa por un proceso de remodelación más que de restauración, según denunció Manuel Guacarán, quien era jefe civil de La Guaira para el momento de la tragedia.
Llama la atención que los terrenos baldíos, que entran en ese 23 % del preinventario de los bienes patrimoniales, ya fueron etiquetados por los empadronadores del censo 2020.
En 2017, el rescate del casco histórico fue promesa electoral del actual gobernador, Jorge García Carneiro. Sin embargo, ya en su tercer mandato, ningún plan de rescate o relanzamiento de la capital litoralense ha sido mostrado.