La comunidad vecinal petareña se sumó al duelo por la muerte del sacerdote, especializado en psicología y trabajo comunitario
Con ese llanto que viene de muy hondo, que ahoga y que impide que salgan las palabras, Yonhy González, mano derecha del padre Alejandro Moreno en el barrio, se despidió de su amigo y tutor en un íntimo homenaje en el cual niños, jóvenes y adultos, con o sin sotana, lloraban a quien catalogan como lo más grande que tenía San Isidro.
Este jueves, 26 de diciembre, el barrio petareño se vistió de luto para recibir a su salesiano preferido y al hombre que les enseño que “sin importar las adversidades y limitaciones, siempre se puede”. Estas fueron las palabras de González, aplaudidas a coro por quienes acudieron a la iglesia junto al centro juvenil de San Isidro para despedir a su sacerdote hace más de 30 años.
González recordó como ese propio centro juvenil, llamado “el rancho de puertas abiertas” se construyó con gaveras de refresco y a punta del impulso que apostó el padre Moreno a la comunidad organizada y empeñada en producir ese cambio que el cura creía posible.
“Qué viva el Padre Moreno, qué viva. Qué viva Don Bosco y que viva siempre su legado”, gritó entre vitoreos González cuando logró reconfortarse en sus propias palabras, en las que describía a un hombre que no se irá jamás de los corazones de los vecinos de San Isidro en los que dejó grabada esa máxima salesiana de “procura hacerte amar, más que temer”.
Más que un cura, un vecino
Moreno, a secas, así llamaban en el barrio al Padre que bautizó a casi todos los muchachos del barrio, que casó a otros tantos y que acercó a la juventud a la iglesia. Pero, para los petareños de esa zona, no solo era el cura de la parroquia, también fue el hombre que luchó por conseguir una línea de transporte para el barrio, que creó un programa de apoyo juvenil y que ayudó a controlar los altos índices de delincuencia que tenían azotada a la comunidad.
Varios accidentes cerebro-vasculares (ACV), dejaron inconsciente y causaron la muerte del Padre Moreno el pasado miércoles 25 de diciembre, justo en el día de Navidad. “Tanto fue el amor del padre por el niño Jesús que fue él mismo a darle su regalo”, fue la razón a la que atribuyó su partida el sacerdote que dirigió el homenaje en el barrio.
Luego de ofrecer exequias al salesiano en la parroquia María Auxiliadora, de Los Ruices, llevaron sus restos en caravana hasta el barrio San Isidro donde lo esperaban sus vecinos. Elvia García conoció al Padre Moreno desde hace 37 años, cuando llegó a la comunidad. “Él era todo para el barrio, era un ejemplo para todos nosotros”, dijo la mujer cuando se le pregunta qué representaba el sacerdote para la comunidad.
“Ya no le decíamos ni padre, sino Moreno para acá y Moreno para allá. Él ya era parte de nosotros”, dijo la señora Mireya García, una de las primeras misioneras del padre Moreno. Ella, como todos los de la comunidad que lamentan su ausencia esperan que llegue a la zona un hombre tan bueno como él.
Génesis Carrero Soto/El Pitazo
Un hombre de la comunidad
Alejandro Moreno no solo era un hombre de la iglesia, también lo fue de la investigación y por ello fundó el Centro de Investigación Popular, cuyos hallazgos basó, sobre todo, en su experiencia dentro del barrio. Los estudios de psicología de este español radicado en Venezuela lo ayudaron a enamorarse de la gente humilde del país y a procurar cambiar su realidad desde el concepto de la “convialidad”, un sistema de convivencia vecinal basado en la solidaridad.
Mirla Pérez, parte del Centro de Investigación Popular, aseguró que el Padre Moreno fue un maestro para quienes intentan comprender al pueblo y a la familia popular venezolano y además asegura que se trata de un amigo de niños y adultos que pierde todo Petare.
Los muchachos también lo consideraban un abuelo. Jesús Campos, uno de los delegados juveniles de Moreno destacó que el sacerdote estuvo en su vida desde que nació y cree que el legado del padre se mantendrá en tanto todos los vecinos trabajen por la paz que dictan los mandamientos cristianos y los principios de convivencia.
“Jesús se hizo presente en el barrio a través del padre Alejandro Moreno y sus colaboradores. Si el trabajo del padre sigue dando frutos entonces sus afanes están compensados”, dijo quien dirigió el homenaje al sacerdote salesiano antes de que salieran todos en una caravana de buses, carros y camionetas a dar el último adiós a este vecino ejemplar en el Cementerio del Este.