La muerte del fiscal Alberto Nisman remeció políticamente a la Argentina y, cinco años después, aún divide a la sociedad entre quienes creen que se suicidó y los que aseguran que fue asesinado y sin una resolución judicial.
El reclamo por la resolución de la muerte del investigador del atentado contra un centro judío de Buenos Aires en 1994 -el más grave ocurrido en suelo argentino-, se reavivó con la convocatoria a una manifestación en una plaza de la capital bajo las consignas “Fiscal asesinado en democracia” y “No fue un suicidio, fue un magnicidio” que circulan desde hace días en las redes sociales.
El sábado por la mañana, dos fuentes de la céntrica Plaza de Mayo de Buenos Aires aparecieron con su agua teñida de rojo en homenaje al fiscal argentino, informó el diario Infobae. En redes sociales se publicaron fotos de las fuentes.