Más de 1,7 millones de pensionados y jubilados están sumidos en la pobreza en el país. Y los que están afuera, cerca de 12.000, tienen 51 meses sin cobrar las pensiones que les corresponden por ley
Los pensionados y jubilados en Venezuela se sienten como despojos. Cobran una miseria cada mes. Si acaso les alanza para comprar un blíster de pastillas para la tensión. Pero para tratar el cáncer, ni soñarlo. Muchos, como Valentín López, quien por décadas fue dirigente sindical del sector salud, han tenido que recurrir a las hierbas para poder mantenerse.
“Pero, quizá como hay más demanda, hasta el monte escasea”, dice con pesar al recordar que tiene ocho meses sin tomar una pastilla de tamoxifeno, que funciona como una quimioterapia.
Se la traía un familiar desde México. Luego, por los controles en el aeropuerto internacional, dejó de pasarlas y, en consecuencia, abandonó el tratamiento. Solo lo consigue cuando se muere un paciente y se lo donan. Para la diabetes toma fármacos vencidos.
“Me recomendaron tomar vástago de cambur, para evitar la metástasis. Así lo hice y ahora no los consigo, pues ya mucha gente busca ese monte”.
Ni la medicina formal, ni la ayuda de yerbateros son una opción para él ahora. “No tengo dólares, con lo que cobro de pensión no puedo costear los tratamientos para tratar el cáncer de mama. No tenemos para el pasaje cuando vamos al médico. La comida se hace a duras penas, yo no tenía ni zapatos. Estos me los regalaron en diciembre”.
Por eso pidió la ayuda de los organismos internacionales. “Los que mandan aquí no van a hacer nada por nosotros, menos por los jubilados y pensionados. Ojalá nos escuchen”.
Lo que vive López se repite en casi todos los hogares venezolanos donde hay un adulto mayor. El abandono y la desatención gubernamental hace mella en ellos, en su bienestar y en su rutina diaria.
No hay cifras, son parte de la opacidad gubernamental, pero Luis Cano, coordinador de la Intersectorial de pensionados, jubilados y sobrevivientes -y quien en octubre de 2019 escenificó una protesta casi al desnudo en las puertas del Ministerio Púbico- dijo que en este sector de la población han conocido de suicidios.
“Son personas que no pueden ya con la crisis y se quitan la vida. Es una realidad muy dura, que uno no tenga para comprar una pastilla para la tensión, es algo inhumano”.
Más de 1,7 millones de pensionados y jubilados están sumidos en pobreza dentro del país. “Y los que están afuera, cerca de 12.000, tienen 51 meses sin cobrar las pensiones que les corresponden por ley”, mencionó Carlos Julio Rivera, presidente de la Asociación de Jubilados y Pensionados del Seguro Social.
Salarios en dólares
El pasado miércoles 29 de enero, cerca de 50 pensionados y jubilados protestaron en compañía de los dirigentes sindicales para exigir la dolarización de sus beneficios.
“Ya que nos cobran todo en dólares, cuando vamos pagar un examen nos los cobran en divisas, entonces que nos paguen con esa moneda para poder, en mi caso, tratar el cáncer. Yo me tengo que hacer un perfil lipídico, para medir oncológicamente cómo están mis órganos y no he podido hacerlo. La última vez costaba un millón de bolívares y yo gano 250.000 bolívares mensuales”, contó López, quien tampoco ha podido hacerse una tomografía pues cuesta 15 millones de bolívares.
Entonces, Cano solicitó un pago diario de 20 dólares. Actualmente, lo que ganan no supera los tres dólares mensuales, que serán 0,03 centavos de un dólar. Ni para pagar el pasaje diario.
La propuesta, que será respaldada con la recolección de firmas, se ha manifestado en otros espacios y el Ejecutivo está al tanto. “Que la aprueben o no ese es otro tema. Nosotros seguiremos exigiendo derechos consagrados en la constitución nacional”, destacó Luis Cano.
Pasado el mediodía todavía seguían en las afueras del edificio José María Vargas -donde funciona el CTV- agotados, cansados, con sus bastones y dolencias. El común denominador en ellos: el poco poder adquisitivo para comprar las medicinas.
RECUADRO
Vida dura
La vida para un pensionado y jubilado es dura. Ellos y la población infantil son los más vulnerados. Son a los que más les pega la crisis humanitaria compleja que se vive en Venezuela. Comen poco, tienen menos acceso a las medicinas para tratar el cáncer y otras patologías crónicas, son los últimos en recrearse, en tener ropa nueva. Aun así, están convencidos de que merecen más y por eso no detienen la lucha.
Están en la calle dos o tres veces al mes. Frente al Seguro Social, van a la Cancillería, a los ministerios del Trabajo y Público, a la Defensoría. “Muchos mueren en esta lucha. Fíjate los que están en la plaza del Banco Central, de esos han muerto casi 30. No queremos que eso siga pasando”, señaló Cano al final de la acción.
Mabel Sarmiento/Crónica.Uno