No se ve en el horizonte inmediato otra posibilidad de revaluar la capacidad de compra (consumo) que además haga sostenible el impacto positivo de los incentivos hacia la producción, que la creación del bolívar soberano convertible…
Desarrollar las capacidades de producción en las distintas ramas económicas, aumentar la posibilidad de consumo de todas las clases sociales, estimular el ahorro para preservar el valor monetario futuro del ciudadano y garantizar las condiciones que permitan el acceso al crédito, constituyen los pilares esenciales de una sana política económica orientada a sostener el bienestar de la población de un país.
Las capacidades de producción se amplían y diversifican a partir de las políticaS de incentivos permanentes y sostenibles que se apliquen en los distintos sectores de la economía (primario: agricultura, ganadería, minería; secundario: industria transformadora manufacturera; y terciario: actividades comerciales) desde un punto de vista sistémico, procurando los encadenamientos productivos que la anarquía del mercado no logra de manera eficiente.
Aumentar la posibilidad de consumo, el estímulo al ahorro y el acceso al crédito, que están íntimamente ligados son, en buena medida, el resultado de las políticas monetarias y cambiarias instrumentadas por los gobiernos, unidas a las políticas de precios y salarios. Entre el consumo, el ahorro y el crédito existe una línea de interdependencia que al romperse genera una crisis sistémica, ella puede ser rota por una crisis de producción severa o por la manipulación de factores políticos que con determinadas decisiones intervienen bruscamente la actividad económica ordinaria.
En Venezuela, la brusca caída de los precios del petróleo y la significativa reducción de la producción de crudo, la guerra económica cuya expresión más significativa ha sido la manipulación del tipo de cambio (relación de valor entre el bolívar y el dólar) y el bloqueo económico-financiero del gobierno estadounidense sobre los recursos y activos del Estado venezolano, constituyen las causas fundamentales de la ruptura del necesario equilibrio consumo-ahorro-crédito.
Al manipularse el tipo de cambio monetario y convertirse el valor del dólar en el marcador de los precios de los productos más no del salario, con lo cual se generó una espiral inflacionaria indetenible y una depreciación constante del valor del bolívar, se ha hecho precario el consumo y se quebraron las posibilidades de ahorro y de crédito de la población. Los esfuerzos realizados por el Gobierno Bolivariano para restablecer la ecuación han tenido un efecto muy temporal, como cuando se estableció el valor del salario en medio petro (2018) y el momento en que se otorgó el bono navideño (2019) con igual valor de medio petro. En ambos casos se produjo un súbito aumento del consumo, que en poco tiempo se diluyó.
Recientemente, el presidente Nicolás Maduro ha aprobado dos medidas económicas importantes: 1.- Ha instruido el financiamiento crediticio al sector empresarial en moneda petro, con posibilidad de que esta pueda ser convertida en divisas a través de las casas de cambio autorizadas al respecto; y 2.- Se permitirá la emisión de títulos valores de las empresas privadas y públicas en moneda extranjera, a objeto de procurar financiamiento para sus actividades productivas.
Ambas políticas significan una mayor liberalización del mercado financiero, correctas en las condiciones actuales. Apuntan básicamente a estimular la producción, lo cual es también pertinente para impulsar el crecimiento. Pero serían insuficiente si al mismo tiempo no se deciden o proyectan políticas que estimulen el otro lado de la ecuación, vale decir, el consumo que se realiza a través del dinero. Pero esto no se va a lograr si continúa dominando la relación bolívar-dólar-petro que hoy existe en el mercado. En dicha relación quien pierde y tiende a desaparecer es el bolívar, porque tanto el dólar como el petro devalúan su poder de compra. Esta relación extremadamente desigual tiene el agravante de que al no estar circulando el petro como moneda de intercambio ordinario, el lugar de ambas monedas terminará asumiéndolo el dólar.
De verdad no aprecio en el horizonte inmediato otra posibilidad de revaluar la capacidad de compra (consumo) que además haga sostenible el impacto positivo de los incentivos hacia la producción, que la creación del bolívar soberano convertible, con paridad cambiaria uno a uno con el dólar, soportando este valor en las reservas de oro. A partir de allí, fijar el salario mínimo dentro de un rango de 200 y 250 bolívares convertibles equivalentes a igual cantidad de dólares.
Al formular esta propuesta surge la pregunta: ¿qué hacer con las importaciones que se hacen en divisas, y no con bolívares soberanos o convertibles? La respuesta es: hacer lo mismo que hoy estamos haciendo con el petro, recibir los bolívares convertibles de los importadores (bajo estricto control del Estado) y entregarles su equivalente en petros para que acudan a las casas de cambio, como están haciendo hoy, a procurar las divisas para transar sus importaciones.
Con un bolívar fuerte respaldado en oro y teniendo como colateral al petro, no debería preocuparnos la libre circulación del dólar u otra divisa, pero con un bolívar debilitado a punto de desaparecer, y un petro que todavía no llega a ser una moneda para las transacciones ordinarias de la economía, la total dolarización de nuestra economía (que es una amenaza real y concreta) debería ser el centro de nuestra preocupación. Siempre será más fácil y menos traumática evitar la dolarización que revertirla después que se ha instalado en la subjetividad de la gente y en la realidad económica cotidiana de la Nación.
No olvidemos aquellas expresiones de Henry Kissinger: “Controla los alimentos y controlarás a la gente; controla el petróleo y controlarás a las naciones; controla el dinero y controlarás el mundo…”
EPÍGRAFE
“Aumentar la posibilidad de consumo, el estímulo al ahorro y el acceso al crédito, que están íntimamente ligados son, en buena medida, el resultado de las políticas monetarias y cambiarias instrumentadas por los gobiernos, unidas a las políticas de precios y salarios”…