La historia de este peculiar hospital se remonta a la partida de las hijas de su fundadora al exterior y un “montón de peluches” regados en los rincones
El hilo de coser, las agujas, tijeras, pinzas y demás instrumentos se posan sobre la ‘mesa de operación’. Un sol brillante la ilumina y funge de lámpara operatoria para la próxima cirugía que se llevará a cabo. Pero esta peculiar sala de operaciones no está en el interior de un hospital o una clínica, sino en medio de un jardín boscoso ubicado en Los Chorros, Caracas.
Los ‘enfermos’ aguardan pacientemente por ser tratados por los médicos, a quienes peculiarmente se les llama voluntarias. La jefa encargada de que todo funcione es Lilian Gluck, fundadora del Hospital del Peluche, una iniciativa que empezó en el año 2017 y que ha donado más de 10 mil muñecos hasta la fecha.
Este hospital poco común, ubicado en la casa de la familia Gluck, se encarga de coser, reparar, lavar, rellenar y remendar a los cientos de peluches y muñecas que recibe, producto de la donación de personas que colaboran con esta iniciativa.
La historia de este peculiar hospital se remonta a la partida de las hijas de su fundadora al exterior y un “montón de peluches” regados en los rincones. Y es que todo inició cuando decidió recogerlos, lavarlos, empaquetarlos, decorarlos con lazos y dulces, para enviarlos en un viaje sin retorno hasta el Hospital Clínico Universitario. “No necesitas dinero para hacer una obra social. Con un poquito de creatividad y el querer puedes dar siempre algo. Fue en 2017 que hicimos esa primera entrega, fue algo muy bello, porque dos vecinas lograron recolectar casi 300 peluches, sin propaganda ni nada”, señala Gluck.
La iniciativa no terminó y en octubre de 2018 su hija, diseñadora gráfica de profesión, ofreció a su madre realizar un volante para entregar en toda Caracas. Con ello se logró recolectar nada más y nada menos que 4 mil peluches. El resto es historia, centros de acopio y la casa de Gluck son el punto de partida inicial para una labor que busca darle alegría a pequeños y grandes por igual.
Todo un ejército
Son en su mayoría mujeres las que conforman el grupo de las «fajadas», mejor conocidas como voluntarias. No portan batas blancas ni estetoscopios como en los hospitales comunes; aquí están listas para coser, remendar, lavar, peinar y reparar a los peluches, muñecas y juguetes que llegan.
Dar un poco de su tiempo para ayudar a la gente que necesita es la premisa de quienes aquí hacen voluntariado. Maite Martínez asegura que del Hospital del Peluche la enamoró todo. «Visitar los hospitales es la parte más fuerte pero es la que más llena, y te deja enseñanzas como persona. Ver tanta necesidad y poder ayudar es algo maravilloso».
El proceso para que todos estos juguetes lleguen a su destino de manera perfecta no es tan fácil como parece. Para ello, Gluck y su ejército de voluntarias manejan un esquema que consiste en tres puntos que pueden tener subdivisiones dependiendo del estado en el que estos se encuentran: baño, peluquería y vestuario.
Pero los doctores de profesión no son ajenos a este hospital. María José Rodríguez ejerce su carrera en el Hospital Pérez Carreño y es una de las voluntarias principales de esta fundación desde marzo del 2019. «No hay nada mejor que poder dar algo a un niño, y además reutilizar un juguete. Muchas veces esos juguetes están arrimados en un sitio en el que no le están dando alegría a nadie, entonces es volver a dar esa esperanza. Dar siempre te permite a ti recibir, y eso es lo que finalmente todos venimos hacer aquí», señala.
Los valores primero
Lilian Gluck, fundadora del hospital, explicó a un equipo periodístico del portal TalCual que su fundación se manejaba con tres valores, pero este 2020 cuentan con un cuarto. Estos se dividen en: respeto, alegría, dar y dignificar al ser humano. «Esto es un proyecto que no necesita de grandes recursos para ser bonito. Trabajamos en alianza ayudamos a otras fundaciones, hemos enviado a 16 estados, este año nosotras vamos a viajar al interior del país, para extendernos porque allí se recibe muchos menos», indica.
Emily Placencia/Tal Cual
RECUADRO
Talleres de reciclaje
El Hospital del Peluche no solo da a quien lo necesite, sino que también imparte conocimiento y herramientas a los más pequeños con el objetivo de fomentar sus valores. Realizar jornadas de talleres de reciclaje en los colegios es otra de las funciones que cumplen las voluntarias y su fundadora. «Hemos realizado talleres de reciclaje con los peluches en colegios. De esta manera los niños pueden entender de qué va esta fundación y como su esfuerzo es recompensando. Impartimos el conocimiento de la importancia del reciclaje y a su vez trabajamos en los valores del hospital».
La historia de esta fundación está escrita como un cuento y para ello necesita protagonistas: Doc, Elvira, Coco, Pedro y Simón son conocidos como los custodios. Estos protagonistas acompañan en cada historia las entregas que realiza la fundación a hospitales, casas hogares y escuelas, su labor es cuidar y hacer que quienes estén allí se diviertan. «Nuestros custodios son ejemplo de respeto, son el reflejo de como son entregados los peluches y juguetes de nuestro hospital».