Dos personas han muerto y 204 estaban infectadas por el virus, el cuádruple de los casos registrados dos días antes, a medida que la crisis centrada en China empieza a repercutir con fuerza en otras partes
Escuelas cerradas, iglesias que piden a los feligreses que no acudan, reuniones masivas canceladas: aumentó bruscamente el viernes la incidencia del nuevo virus en Corea del Sur, un nuevo frente en una epidemia que se propaga por el mundo.
Dos personas han muerto y 204 estaban infectadas por el virus, el cuádruple de los casos registrados dos días antes a medida que la crisis centrada en China empieza a repercutir con fuerza en otras partes.
El brusco aumento de los contagios en el país pone de manifiesto la facilidad con que se puede propagar la enfermedad. Aunque los primeros contagios provenían de China, los más recientes no tienen relación con viajes internacionales.
La Organización Mundial de la Salud advirtió que la aparición de casos no relacionados directamente con viajeros desde China indica que podría agotarse el tiempo para contener la epidemia.
“La ventana de oportunidad aún existe. Pero la ventana de oportunidad se está estrechando”, dijo el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus. “Debemos actuar rápidamente antes de que se cierre del todo”.
Tedros señaló en particular la aparición de 18 casos y cuatro muertes en dos días en Irán, y que viajeros de ese país llevaron el virus a Líbano y a Canadá.
“Estos puntos son muy preocupantes, se los consideren como puntos o tendencias”, acotó.
El gobierno central concentrará su ayuda en la región suroriental para aliviar la escasez de camas para enfermos, personal médico y equipos, explicó, en un discurso televisado.
“Hemos entrado en una fase de emergencia”, afirmó el primer ministro Chung Se-kyun en un discurso televisado. “Nuestros esfuerzos hasta ahora se habían enfocado en impedir que la enfermedad ingresara al país. Pero ahora cambiaremos el enfoque para evitar que la enfermedad se propague en las comunidades locales”.
Daegu, la cuarta ciudad del país con 2,5 millones de habitantes, se ha convertido en el centro de los esfuerzos del gobierno para contener la enfermedad llamada COVID-19, y Chung prometió medidas para paliar la escasez de camas de hospital, personal y equipos médicos. El alcalde local Kwon Young-jin exhortó a los vecinos a no salir y utilizar los cubrebocas incluso en sus casas.
El primer caso en Daegu fue confirmado el martes. Para el viernes, la ciudad y alrededores habían reportado 152, incluidas las dos primeras víctimas fatales del COVID-19.
En el país, las cifras hablan de una propagación brusca. Se reportaron 20 casos nuevos el miércoles, 53 el jueves y 100 el viernes.
El gobierno central decretó el viernes una “zona administrativa especial” en torno de Daegu que no limita el desplazamiento de la gente ni reemplaza a las autoridades locales, pero sirve como reconocimiento oficial del problema.
La mayoría de los casos están vinculados con un solo templo, el de la Iglesia de Jesús Shincheonji, donde una mujer sexagenaria asistió a dos oficios antes de dar positivo por el virus.
Un millar de personas que asistieron a los mismos oficios están en cuarentena en sus casas y las autoridades dicen que intentan supervisar a otros miles de feligreses.
RECUADRO
Mucho miedo
Tal vez escuchó por ahí que el miedo al coronavirus se esparce más rápidamente que el propio virus.
De boca de funcionarios que tratan de calmar a la gente al ver que cunde el pánico. De su esposa. De sabelotodos que hablan de las distintas formas en que uno puede morir: por el cigarrillo, en accidentes de autos, por una gripe.
Nada de esto parece importar.
A medida que aumentan los casos -ya hay más de 76.000- el miedo avanza con la fuerza de un tsunami. Y no solo en los alrededores de la ciudad china de Wuhan, epicentro del brote.
Los trenes subterráneos de Tokio y Seúl parecen pasillos de hospitales, en los que personas con mascarillas miran mal a cualquiera que tosa o estornude. El propietario de un restaurante de un barrio chino sudcoreano dice que la clientela bajó en un 90 %.