Millones de personas ligeras de ropas salieron a las calles de Brasil el sábado para dar el pistoletazo de salida del famoso Carnaval de Brasil, muchas de las cuales aprovecharon la oportunidad para parodiar o criticar el clima político profundamente polarizado de la nación, destacó un despacho de la agencia Reuters.
Desde que el ultraderechista Jair Bolsonaro asumiera el cargo de presidente del país en enero de 2019, la sociedad brasileña ha estado profundamente dividida, con los partidarios del mandatario atribuyéndole una rápida disminución de los delitos violentos y una mejora de la economía, mientras que sus detractores han denunciado lo que consideran actitudes racistas, sexistas e irrespetuosas con los pobres.
Junto con un puñado de aliados conservadores, entre los que se incluye el alcalde de Río de Janeiro, el evangélico Marcelo Crivella, Bolsonaro ha mostrado poco interés en el carnaval y ha llegado a denunciar lo que considera un comportamiento libertino durante las festividades.
Como de costumbre, la mayoría de los que celebraban la festividad el sábado iban vestidos con disfraces carentes de toda connotación política, desde los de sirena hasta los de vaquero, lo que indica que muchos brasileños preferían centrarse primero en la diversión y después en la política.
Pero en las ciudades más grandes de Brasil no faltaba la mordacidad, pudiéndose ver muchos atuendos con los que se hacía burla de los líderes de la nación.
A primera hora de la mañana del sábado, la escuela de samba Tom Maior, una especie de comparsa con un papel central en el Carnaval de Brasil, rindió homenaje durante su actuación a Marielle Franco, una concejala de la ciudad de Río de Janeiro negra y lesbiana cuyo asesinato en 2018 desató numerosas protestas por todo el país. “Me pareció hermoso, me conmovió mucho”, dijo Renato Santos Aguessy, un maestro de 37 años que asistió al evento. “Nos dejó un legado de lucha, de enfrentarse a las adversidades en este país, que está siendo dominado por el fascismo”.