Cuando amamos a alguien lo que más deseamos es compartir la mayor cantidad de tiempo juntos, estar solos y poder hablar de temas que nos interesen a ambos y sobre todo conocernos un poco más.
Así debe ser con Dios, apartar tiempo para tener con él esa relación íntima que nos acerque más a su presencia y donde podamos sincerarnos y manifestarle nuestro amor y entrega a su voluntad.
Jesucristo se apartaba a lugares solitarios para establecer contactos con el Padre Celestial y en la Biblia encontramos muchos pasajes que nos relatan de los momentos de intimidad que los profetas tenían con Dios.
Nuestra relación con Dios debe ser personal, sin intermediarios, a través de la oración, alabanza y hasta silencio, ya que es en esos momentos cuando podemos acercar nuestro espíritu, a su espíritu.
En el salmo 139, versículos 23 y 24, podemos leer: “examíname oh Dios y sondea mi corazón, ponme a prueba y sondea mis pensamientos. Fíjate si voy por mal camino y guíame por el camino eterno”.
Cada vez que compartimos un tiempo con nuestro Padre Celestial, tenemos la oportunidad de que pedirle que examine nuestra vida para saber lo que tenemos que cambiar o mejorar.
Por eso David dice en el Salmo 145 versículos 1 y 2: “te exaltaré mi Dios y Rey por siempre bendeciré tu nombre. Todos los días te bendeciré por siempre alabaré tu nombre”.
Buscar la presencia del Señor y tener encuentros íntimos con Él, debe ser una necesidad en nuestras vidas, no un rito o un compromiso para quedar bien con las demás personas, debe ser algo espontáneo y que nos llene de gozo.
Ser cristiano no es profesar una religión, es tener una relación personal con Jesucristo como Salvador y Señor de nuestra vida.
Dios te bendiga y te guarde, hasta el próximo encuentro con La Palabra de Dios.
Lic. Beatriz Martínez (CNP 988) beaperiodista@hotmail.com