En su afán desmedido por el poder, las élites socialistas no han hecho otra cosa que hundir en la pobreza y en la miseria vastos sectores de la sociedad venezolana que creyeron haber superado las mismas
El canto de sirena del socialismo y del comunismo internacional mantiene encantados a sectores de la población en Venezuela, que han dado al lastre su humanidad y ciudadanía para mantener conforme a la élite gobernante que en el manejo del poder para si y solo para sus fines comunistas, han destruido la base económica de la familia y de la empresa venezolana, puesto que en su afán desmedido por el poder no han hecho otra cosa que hundir en la pobreza y en la miseria vastos sectores de la sociedad venezolana, mediante disfrazados controles sociales. Peor aún, mediante dádivas como el CLAP, los bonos vía Carnet de la Patria, o transfiriendo sus responsabilidades y obligaciones mediante actos cívico-militares, experiencias para nada novedosas y muy dolorosas.
En tanto vemos con gran reserva esas alianzas con representaciones diplomáticas del Oriente, que no guardan nada en común con nuestros orígenes ni nuestra cultura, por el solo hecho de sobrevivir al momento de quiebre, cuando regresemos ciertamente a la democracia como estilo de vida política y de gobierno, hecho este que puedo augurar como inevitable para Venezuela, ha servido para el mundo como ejemplo del fracaso del comunismo, muy demostrativo de la voracidad depredadora de quienes, vistiéndose de demócratas, han entregado como mercenarios las riquezas de nuestra patria, que por derecho son herencia de todo venezolano. Aquellos que se han prestado para ello pasarán al olvido, como el doliente que, al recuperarse de la enfermedad, pierde su recuerdo como si nunca hubiese existido. Pero el hecho es que esta es una realidad política, cuyos resultados nefastos han afectado a muchas personas, por lo cual la justicia no puede ser ajena; aunque no la deseemos se hará presente, tomando para si lo que le corresponde y le pertenece. Por ello, el pueblo esta hoy más presente que nunca, exigiendo un cambio político, donde se valorice lo nuestro, al terruño, a lo local, quitando poder al ajeno, al externo que no pertenece aquí y que solo quiere lo que la naturaleza y Dios nos ha otorgado. Por eso la imagen de los demás administrando lo mío o lo nuestro es una aberración de los cantos de sirenas, cuyos efectos hipnóticos son evidenciables por el dramatismo de los contundentes efectos causados en todos los órdenes de la vida del venezolano, vida que debemos recuperar a la brevedad, en tanto aún exista república, que, negando la presunción de quienes se llaman próceres sin serlos, de aquellos apóstoles del comunismo, fanáticos adoctrinados por las causas de otros, no por las nuestras, que aún están presentes, después de veinte años continuos ejerciendo el poder para los demás, no para nosotros, el pueblo de Venezuela, que llora en silencio su fracaso y su pérdida de valores y patrimonios, tanto familiares como colectivos, que requerirán muchos años de trabajo y comprensión de nuestras naciones hermanas, para lograr, si acaso, el nivel de las cuentas nacionales preexistentes al drama y al sufrimiento que ha sido sometido nuestro pueblo, por la revolución bolivariana, también mal llamado Socialismo del Siglo XXI. ¡Esos cantos de sirenas!
La alianza regional
La alianza regional es un hecho concreto en América, que se ha venido consolidando a partir de la situación venezolana como fiel exportador de problemas y desequilibrios de distintos órdenes para todo el contexto regional de América del Sur y el Caribe, como receptores inéditos de los efectos de todo lo que sucede en nuestro país. Es seguro que nuestras relaciones diplomáticas en la región no son las mejores, pero el efecto de la crisis es un hecho muy notable en todos los países, por eso las alianzas por el caso Venezuela son un hecho diplomático, notorio e inevitable para una alianza regional por el rescate de la democracia en Venezuela.
Ángel Arístides Pérez Herrera