Origen del nuevo coronavirus, la ciudad china de Wuhan comenzó a abrirse de nuevo al mundo pero, tras dos meses de aislamiento prácticamente total, teme que la enfermedad vuelva de manos de habitantes que regresan o extranjeros.
Tras constatar una clara mejoría de la situación sanitaria local, se empezaron a levantar las restricciones que pesaban sobre la capital de Hubei: la estación local recibió el sábado trenes interurbanos y se reanudó la circulación en las autovías.
Una marea de habitantes se ha precipitado para volver, tras haber estado alejados de su ciudad desde hace al menos diez semanas.
Muchos llegaron en tren, equipados con mascarillas, guantes de látex y trajes de protección.
Para la ciudad, el peligro de que la enfermedad vuelva es real, y las autoridades no quieren tomar tomar ningún riesgo.
Antes de dejar la estación, todos los viajeros deben dar sus datos personales y detallar los lugares en los que estuvo anteriormente. Además, se les toma la temperatura
También deben presentar en su celular un código QR que hace las veces de salvoconducto y que atestigua que están «sanos».
Sin eso, el viajero debe someterse a un test de diagnóstico, declaró a la AFP un responsable del barrio de Jiangan, en Wuhan.
A quienes afirman que estuvieron recientemente en el extranjero, o a los que son sospechosos de haberlo hecho, se les envía a otra zona de selección, donde funcionarios con traje de protección integral supervisan sus casos.
«Al principio, teníamos más miedo y pensábamos que quizá estábamos más seguros fuera», explica Han Li, que trabaja en la gestión de los viajeros que vuelven a Wuhan.