Toda una odisea resulta la experiencia de alcanzar 30 litros en el tanque de gasolina en la única estación de servicio dispuesta para “civiles”, la cual está ubicada en el principal aeropuerto internacional de Venezuela
Mientras un grupo de médicos y enfermeras del estado Vargas protagonizaron protestas la semana pasada para que fueran escuchadas sus demandas de suministro de gasolina, cientos de conductores de la región esperan más de 30 horas para lograr el surtido de los tanques de sus vehículos en la única estación de servicio habilitada “para civiles”, en el Aeropuerto Internacional Simón Bolívar de Maiquetía.
Las colas de automóviles y camionetas en la avenida La Armada, que conduce hacia el acceso vial del citado aeródromo, comienzan desde horas vespertinas, cuando los chóferes inician el trayecto controlado por funcionarios de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB).
No pocos de los que aspiran a los 30 litros de gasolina, que ofrecen según los dos números finales de las placas, provienen del estado costero. También hay quien se desplaza desde la capital.
“Ningún guardia o policía te pregunta nada en las noches y en las madrugadas cuando vienes por la autopista Caracas-La Guaira. Así que vine aquí al aeropuerto, porque me dijeron que era más fácil echar gasolina”, reveló Juan Ernesto Monasterios, que vive en Catia.
Monasterios aprovechó para compartir fracasadas experiencias en el tema con otros lugareños, quienes tampoco dejaron de expresar su descontento con la escasez del combustible.
“No sé hasta dónde vamos a llegar con esta escasez de gasolina. Es una odisea que, de seguir así, no vamos a tener comida desde el interior del país”, advirtió Gabriel Carmona Stanich, propietario de una camioneta marca Ford, que con los 30 litros alcanzaba la mitad de su almacenamiento.
A su juicio, la carencia del combustible es la razón por la que el Gobierno Nacional extendió hasta el 12 de junio la cuarentena por la pandemia del coronavirus.
A merced de los milicos
En la medida en que transcurrían las horas del día, los motorizados de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB), apertrechados de chalecos antibalas y armas largas, verificaban los números de la placas para avalar la respectiva solicitud, de acuerdo con el plan de abastecimiento semanal.
“Señores, usen sus mascarillas y estén dentro de sus vehículos”, dijo uno de los militares a bordo de una motocicleta.
En la bomba de gasolina del aeropuerto de Maiquetía se atiende los días lunes a los terminales de placas 0 y 1; el martes 2 y 3, el miércoles 4 y 5; el jueves 6 y 7 y el viernes 8 y 9.
No obstante, los conductores deben llegar a su respectiva cola con más de 24 horas de antelación para obtener uno de los 400 cupos diarios.
“Eso si hay gasolina, porque si falta entonces hay que esperar a que llegue otra gandola. Lo he vivido y es frustrante”, comentó Ricardo Javier Torres, residente de la urbanización Week End, cerca de la avenida La Armada.
Como Ricardo, otros compañeros de faena no ocultaron su incertidumbre para lograr el objetivo. Pero, además de paciencia y tolerancia “con esos guardias que controlan el negocio”, recurren a la previsión de llevar agua, comida, café y papel higiénico.
Algunos hombres fueron acompañados en el trayecto por sus esposas y parejas. “Es obvio que no estamos felices por esto y creo que no se arreglará en las próximas semanas”, sostuvo María Alejandra Blanco, que confesó que sus dos hijos pequeños se quedaron al cuidado de su abuela en Caraballeda.
En las primeras horas de la tarde, los efectivos de la GNB asignaron los 400 números, al utilizar pintura blanca para lustrar zapatos en el parabrisas de los automóviles afortunados.
Aún así, había un grupo de conductores que se mantuvo en la cola, puesto que se lo permitía su número de su placa.
Desprotegidos
Dentro de estos nuevos aspirantes también había otras preocupaciones. “A uno no le importa pasar hambre, frío y calor, pero estar aquí en esta vía tantas horas, sin que nos lleven hasta dentro del aeropuerto, no me deja tranquilo”, confesó Luis Alberto Miranda señalando con su dedo índice al barrio Aeropuerto, justo al frente de la avenida La Armada de Catia La Mar, donde la cola alcanzó más de dos kilómetros de longitud.
Reportes de la Policía de Vargas confirman que en esa zona popular ocurren hechos delictivos contra las personas que están en las paradas de buses y, eventualmente, contra quienes transitan por la mencionada avenida.
“En la noche y en la madrugada no pasó ni una moto de la policía; estuvimos desprotegidos”, dijo Torres sin imaginar que durante la noche siguiente tampoco habría más seguridad en la vialidad interna del aeropuerto.
Allí tampoco faltaron los vendedores ambulantes de café, agua, helados y golosinas, quienes ofrecían sus productos a cambio de “un pago móvil seguro y relajado”.
RECUADRO
Sin registro de litros
Antes de la 5:00 am del día correspondiente, otro lote de militares pide el carnet de circulación del vehículo y entrega un ticket sellado por el Comando número 45 de la GNB, el cual servirá para ingresar a la estación de servicio.
El sol apenas asoma su bravura cuando los conductores de las motos llenan primero sus tanques, luego los vehículos policiales, militares y oficiales, para finalmente proceder a la atención de los 400 cupos.
Tras el lento recorrido y la custodia permanente de los GNB, los chóferes entregan su ticket y les surten el combustible a sus vehículos.
Se pudo constatar que las máquinas de gasolina en el desolado Aeropuerto de Maiquetía no marcan los litros durante el llenado.
“Ya no se puede hacer más nada: me toca confiar en que me echaron mis 30 litros. Este país tan rico en petróleo no merece esta pena”, indicó Leonis Caicedo, quien tuvo que empujar unos metros a su vehículo Chevette para equipar en el sitio, bajo la mirada desconfiada de los militares.
Rafael Lastra V./Crónica.Uno