El agravamiento de la salud del presidente Hugo Chávez, principal aliado político y socio comercial de La Habana, agita entre los cubanos el fantasma de los difíciles años 90, cuando la economía de la isla se derrumbó tras el fin de la ayuda soviética.
«Venezuela constituye hoy lo que fue la Unión Soviética por muchos años hasta 1990, con la diferencia de que si la ayuda (venezolana) cesara ahora las consecuencias serían mucho peores, porque la infraestructura cubana está en peores condiciones que en aquel momento», dijo el economista opositor Oscar Espinosa Chepe a la AFP.
Las autoridades cubanas no han hecho comentarios sobre la salud de Chávez, que debía ser operado este martes nuevamente en La Habana por un cáncer, y cuyo gobierno suministra, en condiciones preferenciales, más de la mitad del petróleo que consume la isla.
«¿Cómo podría pagar Cuba en precios del mercado internacional los 100.000 barriles de petróleo diarios?» que importa de Venezuela, se preguntó Espinosa Chepe.
Hace dos décadas Cuba perdió abruptamente el 85% de su comercio exterior y su industria prácticamente se paralizó por falta de combustible y materias primas tras el «desmerengamiento» (desmembramiento) de la Unión Soviética, como lo llamó Fidel Castro.
Sin la ayuda soviética, el producto interno bruto se desplomó un 38% entre 1990 y 1993 y cayó dramáticamente el nivel de vida de los cubanos, quienes gozaban en los años 80 de un bienestar modesto pero estable e igualitario, y de buena seguridad social.
Para enfrentar la crisis, Fidel Castro impuso una economía de guerra que se anunció oficialmente en el diario Granma el 29 de agosto de 1990 como «un periodo especial en época de paz», y comenzaron las restricciones severas al consumo de combustible y energía.
La vida cotidiana se volvió tortuosa en la isla, con apagones de hasta 16 horas al día, ausencia casi total de transporte y severa escasez de alimentos, ropa, calzado y artículos de aseo. Aunque el «periodo especial» oficialmente no ha terminado, la economía comenzó a repuntar paulatinamente luego de que Chávez llegara al poder en 1999 y se convirtiera en principal aliado y socio comercial de La Habana.
Raúl Castro, quien sustituyó a su hermano enfermo Fidel al frente del gobierno de Cuba en 2006, ha introducido reformas que han estimulado la producción y el crecimiento, pero la economía todavía no recupera los niveles previos a la crisis. «La industria cubana está produciendo en términos de volumen menos del 50% de lo que producía el año 89, el transporte también está colapsado, la agricultura está importando el 80% de los alimentos», dijo Espinosa Chepe.
Cuba aumentó sus ingresos con el envío a Venezuela de unos 40.000 profesionales, principalmente médicos, a trabajar en misiones creadas por Chávez en los barrios pobres o a asesorar a instituciones del Estado. La venta de servicios profesionales, fundamentalmente a Venezuela, es la principal fuente de divisas de Cuba y le reporta unos 6.000 millones de dólares anuales, por encima del turismo (2.000 millones en 2011) y las exportaciones de níquel (1.100 millones en 2010), según cifras oficiales.
El comercio entre Cuba y Venezuela fue de 6.000 millones de dólares en 2010, con una balanza favorable a Caracas cuyas ventas fueron de 4.300 millones contra 1.700 millones de La Habana, según cifras oficiales cubanas. Ambos países mantienen una estrecha cooperación que este año incluye 47 proyectos por 1.600 millones de dólares en educación, agricultura, salud y deportes, entre otras actividades, además de tener funcionando varias empresas binacionales.
«Eso ahora mismo estaría en peligro, porque más allá del compromiso de cualquier sucesor de Chávez, hay un proceso que tiene que abrirse de elecciones y al mismo tiempo todo sucesor de Chávez tiene que enfrentar al país con más realismo, (porque) la propia Venezuela tiene sus crisis específicas», dijo el opositor Manuel Cuesta Morúa a la AFP.
«Yo creo que el cubano de a pie, más allá de la política, estaría sintiendo la pérdida posible de ese sostenimiento que Venezuela hace del régimen cubano. Realmente los cubanos no quieren pasar por los tragos amargos de lo que se llamó el ‘periodo especial’, los apagones, etcétera», agregó.
Francisco Jara /AFP