BOGOTA. El fin de semana pasado se cumplieron dos meses desde que los bares, discotecas y licoreras decidieron cerrar sus puertas, anticipándose al simulacro de aislamiento de la alcaldía de Bogotá, con la esperanza de que iba a ser algo temporal. Pero no. Así como fueron pasando los días se fue prolongando la cuarentena y la posibilidad de apertura se ha ido dilatando, y con ello, la esperanza de volver a abrir este año se volvió incierta.
Por si fuera poco, la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, les envió esta semana un mensaje claro.
Según la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, no hay ni la menor posibilidad de que puedan reactivarse en este 2020, o por lo menos no mientras el mortal covid-19 se siga propagando tan rápido en la ciudad y la rumba nocturna sea considerada un factor de riesgo.
“No hay protocolo que valga, no hay bar o discoteca en el que uno pueda estar a dos metros de distancia, no existe (…) hay sectores como esos que difícilmente van a tener cómo reactivarse este año”, aseguró.
“Hablar de todo el año es mucho tiempo, esperamos que se generen soluciones y estamos trabajando con nuestros afiliados del sector en la búsqueda de alternativas de protocolo”, dice Juan Esteban Orrego, director ejecutivo de Fenalco Bogotá y Cundinamarca, quien no obstante reconoce que las formas de rumba van a cambiar por “mucho tiempo” y que por eso el gremio está enfocado en encontrar fórmulas creativas.
En la Cámara de Comercio de Bogotá hay 15.253 establecimientos nocturnos con registro mercantil, los cuales generan, según Asobares, al menos 70.000 empleos, entre directos e indirectos, desde porteros, meseros, barman, DJ, músicos y personal administrativo hasta vendedores de chicles y cigarrillos que han crecido a la sombra o el taxista que está a la espera de conseguir una carrera después de la medianoche.
De hecho, Camilo Ospina, presidente de Asobares, el gremio que los representa, trabajó con el Ministerio de Comercio un protocolo y ahora están a la espera de la aprobación del Ministerio de Salud. Entre las medidas que han previsto están el uso de cámaras de desinfección, ubicar mesas a dos metros de distancia, desinfectar los locales al principio y al final de cada jornada y hasta ponerles límites a los clientes para el consumo de licor.
“Esa responsabilidad que tuvimos para cerrar de primeros, también la tendremos para poder abrir gradualmente nuestros negocios con unos estrictos protocolos que nos hemos propuesto como asociación, algunos lógicos y otros tomados de la experiencia de países que ya han avanzado en este tema”, dice Gregorio Fandiño, propietario de El Aquelarre y La Casa de la Bruja, dos restaurantes-bares del centro histórico de la ciudad.
No vemos un futuro cercano para la apertura, como sí se está viendo en otros países. Estamos viviendo el afán de cada día…