La venta de gasolina en el sector noreste de la ciudad capital resultó bastante caótico ante la improvisación y la falta de preparación del plan
Si algo prevaleció en la primera jornada de venta de gasolina bajo el nuevo esquema de precios, fue la improvisación y la confusión. Eso fue lo que se pudo constatar en varias de las estaciones de servicio ubicadas en el este de Caracas, donde pocos fueron los supuestos esgrimidos por el gobierno que se cumplieron.
Nada de abrir a las estaciones de servicio a las 6:00, ni de sistemas biométricos o de biopago. Las bombas exclusivas para venta a precio internacional son hasta ahora solo un proyecto, al igual que la promesa de gasolina para todos y mantener las estaciones abiertas hasta las 7:00 de la noche. Sin un plan común y concreto, el primer día de reapertura de las estaciones de servicio fue un verdadero caos, solo matizado por la esperanza de conseguir el escaso combustible en el país con las mayores reservas de petróleo del planeta. “No pudimos abrir a la hora indicada porque no teníamos el dispositivo biométrico que contabiliza el suministro por vehículo, pero nos acaban de ordenar que lo hagamos de forma manual y que anotemos la placa y cédula del propietario”, señaló pasadas las 10:00 am el sargento encargado del operativo militar en la estación de servicio Santa Eduvigis.
Pero después de la orden, un desperfecto en los surtidores frenó el comienzo: las mangueras de las máquinas dispensadoras, sin funcionar desde febrero, se convirtieron en verdaderas regaderas durante las pruebas, por lo que la venta se vio retrasada hasta repararlas.
El militar señaló que no se limitaría la venta más allá del número de placa. “Si le toca hoy se le despacha, no importa que no esté inscrito en el sistema Patria”, dijo, agregando que se distribuirían 30 litros por auto hasta que se agotaran los 9.600 litros que fueron despachados a la estación de ambas variantes (91 y 95 octanos). Fue imposible comunicarse con alguno de los trabajadores o el dependiente de la venta.
En la estación de servicio Parque Cristal, supuestamente designada solo para venta a precio internacional ($ 0,50 el litro), se decidió que se despacharía en ambas modalidades: “Si le toca por placa, se despachará con subsidio (Bs. 5.000/lt). Si no, igual se le despacha, pero a precio internacional”, señaló uno de los militares que cuidaba la larguísima cola de varias cuadras en Los Palos Grandes.
Aquí tampoco llegaron los aparatos biométricos -por lo que no se sabrá cuánto se despacha a ningún vehículo- y solo había un punto de venta. El pago en dólares se hacía en efectivo.
El detalle que no faltó fueron los coleados: por cada auto de la cola, algún “trabajador” o “funcionario” entraba directo a la estación, por lo que la fila avanzaba con demasiada lentitud.
Tres cuadras más allá, en la estación de servicio Los Palos Grandes, el despelote fue similar: habilitada para despachar a cualquier auto con placas terminadas en 1 y 2, pero poco antes de iniciar despacho a las 11:00 am se decidió que cualquiera podía pagar en divisas y repostar, indiferentemente de si correspondía por terminal de placa. “A todos se les va a despachar si alcanza la gasolina”, dijo Pacheco, uno de los trabajadores de la bomba, quien precisó que solo contaban con 13.500 litros de combustible de 91 y 95 octanos. A la estación nunca llegaron los dispositivos biométricos y cuenta con un solo punto de venta en la tienda de conveniencia, por lo que el despacho era bastante lento.
RECUADRO
Todos resignados
La opinión entre los propietarios de vehículos que hacían largas colas en las estaciones de servicios era unánime: el sistema ideado por el gobierno es engorroso, poco fluido y proclive a la corrupción. “Vine hoy porque hoy habrá algo de control, pero mañana será un despelote mayor, sobre todo cuando los motorizados comiencen a quejarse porque no les despachan”, señaló Rubén en Parque Cristal, uno de los cientos de conductores que desde primeras horas de la madrugada hacía cola para repostar.
“Mañana será peor”, insistía el conductor, cuya opinión es que la gasolina no alcanzará para muchos días, por lo que la escasez seguirá en el corto plazo. “El precio no es barato para un país en crisis como este, pero si tengo que pagarlo a 0,50 dólares lo pago, porque mañana lo van a vender en tres o más dólares”, señaló Francisco Perdomo, quien desde las 5:00 am hacía la cola en Sebucán, a más de un kilómetro de la estación de servicio de Santa Eduvigis. “Esto es un nuevo Cadivi: los vivos la van a comprar barata y la venderán al precio que quieran”, insistió el comerciante que, aunque inscrito en el sistema patria, nunca recibió mensaje para comunicar su turno de reposta. “El precio es el que es. Hay que pagarlo si quieres rodar”, dijo Mario Bedoya en la cola para reponer combustible en Los Palos Grandes, y quien cree que el sistema implementado no va a funcionar pues se presta a todo tipo de “guisos”.
Jesús Hurtado/Tal Cual