El pasado lunes en la Zona Rental no cabía más gente. Cinco colas para las rutas de contingencia del Metro de Caracas abarcaban toda la acera. Por los puntos de control, unidades sin personas de pie y un puesto vacío de por medio, el tiempo por ruta de cada autobús era de al menos una hora
En medio de una ciudad paralizada y controlada por alcabalas, había personas que trataban de llegar a sus puestos de trabajo, o en el caso de los trabajadores de la salud, devolverse a sus casas luego de una extensa guardia. La orden era clara: el Metro de Caracas no prestará servicio subterráneo esta semana y por ello activó rutas de contingencia.
La mañana del lunes 22 de junio comenzó con largas colas. El regreso de la cuarentena radical significó un ajuste en el transporte público para el cual los caraqueños no estaban preparados. Personas y personas se iban sumando en cinco filas que se ligaban entre sí para salir de Zona Rental hacia Propatria, Las Adjuntas, Petare, La Rinconada, Zoológico.
“¿Esta cola para dónde es? ¿Cómo hago para ir a Capitolio? ¿Estarán trabajando para Los Teques?”, se preguntaban los usuarios por la poca información.
Una cuadra entera estaba llena de autobuses Sitssa. Algunos estacionados, otros subiendo pasajeros y, al frente, muchísimos funcionarios de distintos cuerpos policiales como la Guardia Nacional Bolivariana (GNB), Policía Nacional Bolivariana (PNB) y Fuerza de Acciones Especiales (FAES) en motos, de pie, con carros. Vigilando la zona.
“En las caras se reflejaba el cansancio. “Si me preguntas desde qué hora estoy aquí no sabría decirte, porque tengo tanto sueño que ya no tengo capacidad de pensar”, dijo Nataly, una enfermera de un hospital que prefirió no mencionar. El fin de semana estuvo de guardia y el lunes estaba tratando de llegar a su casa. Para eso debía tomar el autobús hacia Las Adjuntas. “Más allá de la covid-19, uno de los peores caos que vivimos en este país es por el transporte público”, expresó Nataly.
En la calle se escuchaba: “Señores, por favor, mantener distancia de un metro”. Era un policía que repetía la orden por un megáfono. La gente se preguntaba que para dónde se iban a arrimar. No cabía más nadie en la acera. “La cola irá a llegar a la fuente de Plaza Venezuela”, le gritaban.
La cuarentena se radicalizó en el Distrito Capital y en nueve entidades más luego de que el gobierno del presidente Nicolás Maduro anunciara nuevas barreras de contención del covid-19 para esta semana. Las principales son el cierre del Metro de Caracas, Metro Los Teques y el ferrocarril de los Valles del Tuy. Además, se establecieron puntos de control entre parroquias y municipios, medidas que afectaron directamente la movilidad, incluso para los sectores priorizados (alimentos, medicinas, salud, servicios públicos), que tenían permitido salir.
La cantidad de autobuses fue limitada. Un total de 60 unidades tenían que prestar servicio. Por los puntos de control, unidades sin pasajeros de pie y un puesto vacío de por medio, el tiempo por ruta de cada autobús era al menos una hora. Todas las líneas tenían 10 carros, excepto Zoológico y Las Adjuntas, que tenían 15.
“Llegué a las 7:00 am, ya son casi las 10:00 am y todavía no he podido irme”, lamentó una trabajadora del Mercado de Coche que quería devolverse a su casa, en Charallave norte. En una cola de más de 100 personas en La Rinconada, denunciaban que nadie les daba respuesta. No había autobuses Sitssa, no había autobuses privados. Nada. Los únicos que había iban para Zona Rental.
La situación se puso tensa. Una parte de las personas que estaban en cola trancaron la calle en protesta, y la otra parte se acercó al personal del Metro de Caracas para pedir que les habilitaran un transporte. “Señores, de aquí no va a salir carro para los Valles del Tuy, tienen que ir a Zona Rental”, decía el trabajador.
El problema es que muchos venían de Zona Rental porque allá tampoco pudieron subirse en un autobús. La mayoría no tenía carnet laboral porque son personas que trabajaron el domingo por cuenta propia o en establecimientos que no dan esa acreditación.
No les quedó más remedio que devolverse. En Zona Rental solo se escuchaban peleas y quejas porque no podían ir a sus casas. Algunos optaron por pagar 180.000 bolívares en unos “piratas” para Charallave.
En general, la conexión Miranda-Distrito Capital estuvo muy golpeada. El terminal de pasajeros de Trapichito y las dos paradas que cubren las rutas Guarenas-Caracas suspendieron el servicio durante esta semana. Los pasajeros denunciaron que se quedaron varados en el terminal y en El Torreón esperando el transporte que nunca llegó. Además, también bloquearon con puntos de control la autopista Gran Mariscal de Ayacucho.
RECUADRO
Tampoco camionetas
Los puntos de control eran obstáculos para las camionetas. En San Martín, Nuevo Circo, Antímano y Caricuao contaron que los funcionarios de la policía no los dejaban pasar, detenían un rato a las unidades o bajaban a los pasajeros. Frente a esta situación, los choferes prefirieron guardar sus vehículos porque consideraron que no podían trabajar bajo esas condiciones.
En la parada Plaza Venezuela-La Rinconada había una cola muy larga de pasajeros y no había ninguna unidad. Según el fiscal de la línea, muchos transportistas prefirieron no sacar sus carros ante la desinformación sobre cómo sería el proceso para este sector.
Lo mismo ocurrió en Capitolio. Los pasajeros de las rutas Los Mecedores y Puerta de Caracas tenían más de dos horas sin ver una camioneta. “Tengo 80 años, salí porque necesitaba comprar una medicina y ahora no me puedo devolver para mi casa. No salgo más en esta semana. Qué locura”, afirmó un señor que hacía la fila.
Las camionetas que estaban trabajando cobraban más de 20.000 bolívares. A juicio de algunos conductores, el trabajo estaba más difícil que en otros días, así que debían aumentar un poco el pasaje.
Mariana Sofía Garcia/Crónica.Uno