Hay varones que se jactan de hacer bien las cosas en la cama, pero, en realidad, desconocen cómo lograr que su compañera se sienta satisfecha en todos los aspectos que incluyen lo emocional, lo afectivo hasta lo sexual
Después de un rato de mutua entrega, no basta con que el hombre ame a su compañera, sino que necesita manifestárselo cuando están juntos en la cama hasta que sus cuerpos se convirtieran en uno solo haciendo que esa vez sea única, porque ese querer, de esa manera, se hará más grande en esa existencia compartida.
Asimismo, el amor se hace y crece de experiencias placenteras. Y cuando no ocurre de ese modo los sentimientos más nobles en oscuros se transforman o, de la noche a la mañana, desaparecen, sin que haya mucho tiempo para lamentarse de lo perdido.
A lo anterior se suma que ser un buen amante va más allá de lo sexual, incluye estar ahí con la pareja en todo momento, para llegar a un estado de compenetración ideal.
De igual modo, cuando iniciamos una relación tenemos muchas expectativas que si no se ven cumplen hacen que los sentimientos más fuertes pierdan su norte y se hunden en un mar de desilusiones que se van acumulando como las telarañas cuando por descuido se las deja algún tiempo en las paredes.
1. De roja pasión a calma sospechosa
Aunque Roxana era muy espiritual no menospreciaba las bondades de una buena vida sexual. Físicamente, se conservaba bastante bien. Lucía un cutis terso y tenía un buen cuerpo. Vivía con Antonio, unos años mayor que ella, apuesto, de carácter afable, pero, a veces, algo olvidadizo y descuidado, sobre todo en eso de hacer sentir bien a su compañera, algo que, después, haría pensar a Roxana en la posibilidad de acabar la relación que mantenía con él.
Cuando se conocieron la química fluía tanto entre los dos que no hacía falta que Antonio pusiera mucho de su parte para que Roxana llegara al cielo, pues, con su olor, sus besos y, en ocasiones, medias caricias, ella quedaba satisfecha después del acto sexual.
A pesar de lo anterior, con el tiempo, la pasión fue mermando y las emociones se fueron racionalizando hasta hacer que los defectos de ambos se vieran en su justa proporción.
Entonces, apareció un defecto en particular en Antonio ante los ojos de Roxana, que se hacía más grande con el paso del tiempo, sobre todo, después de un rato de intimidad cuando las ganas se quedaban a medio camino, más las ausencias de Antonio se hacían más frecuentes en los momentos en que Roxana, verdaderamente, lo necesitaba porque, en definitiva, en las malas no contaba con él, y para colmo Antonio siempre criticaba su apariencia a pesar de ella era una mujer hermosa.
2. Olvidando cómo ser un buen amante
Después de cinco años, Roxana había perdido algo el interés a la hora de hacer el amor. Tampoco era que no le interesaba realizar esa actividad, sino que, con el tiempo, la pasión se había apagado, había perdido ese lugar privilegiado que en su momento ocupó cuando impregnaba todo con su olor e incluso el mismo aire que respiraban hasta casi desaparecer.
A pesar de que Roxana estaba consciente de lo que pasaba en su relación con Antonio, se preguntaba si acaso era que ella no amaba a su compañero como antes pero el asunto era más complejo, ella ya no tenía compenetración alguna con él, lo sentía distante aunque un temor de quedarse sola la invadía, pero los meses fueron pasando haciendo que se llenara de una fuerza inmensa que se traducía en valentía que la llevó a decir adiós sin arrepentimientos.
Cuando quería Antonio era un buen amante. No obstante, muchas veces, olvidaba cómo hacer que Roxana se sintiera deseada, buscaba sólo satisfacer sus instintos primarios y le negaba a su mujer la conocida sensación de bienestar con que culmina el momento sexual, sin temer que con ese descuido el desamor que en ella causase, porque así son muchos hombres, después de que conquistan el corazón de la mujer deseada olvidan que el amor cuando ha llegado necesita las mismas atenciones que lo hicieron nacer en el alma del ser amado, sino no es así, un día, este sublime sentimiento puede irse sin aviso y sin muchos arrepentimientos.
Los días pasaron y aquello de tener intimidad se fue haciendo algo eventual. En ese momento, Antonio empezó a temer de que, de la noche a la mañana, su mujer lo dejase de amar. Entonces, un frío helado sintió que fue reflejo del miedo que, de repente, lo invadió. A pesar del malestar que aquello le causó pensó que era mejor aquel llamado de alerta que ignorar lo que pasaba y perder lo que más quería, el amor y el interés de su Roxana.
3. Volviendo a la conquista
Antonio recordó lo mucho que a Roxana le gustaban las rosas rojas. Recordó las caricias dulces que tanto ella apreciaba. Sin decir una palabra la besó. Primero, con ternura. Luego, con contagiosa pasión. Recorrió, lentamente, con sus dedos, su largo cabello. Besó también su cuello. Ese día él se convirtió en el mejor amante para ella cuando quiso demostrarle todo su amor, pero en realidad se esforzaba porque sentía que estaba perdiendo el amor de Roxana, ya que ella comenzaba a mirarlo con una indiferencia que espantaba.
Por unos instantes, Roxana no reaccionó ante el esfuerzo de Antonio. Luego, se dejó sumergir en una nube rosa que la llevó a las estrellas y le hizo recordar emociones que creía haber olvidado. Desempolvó recuerdos, desenterró sentimientos pero para tristeza de él no volvió a sentir aquello que una vez hizo que nada le importara más que tener su amor y estar a su lado a pesar de las adversidades que en toda relación se hacen presentes porque para ser un buen amante se necesita algo más que un buen sexo.
Hacer el amor es mucho más que sexo
Hay varones que se jactan de hacer bien las cosas en la cama, pero, en realidad, desconocen cómo lograr que su compañera se sienta satisfecha en todos los aspectos que incluyen lo emocional, lo afectivo hasta lo sexual.
En definitiva, el hombre tiene que poner de su parte para que la vida sexual no se vuelva un asunto de rutina. La mujer también debe hacer lo suyo. No obstante, ser o no serlo va más allá de una buena cama ya que también se trata de hacer sentir a esa pareja especial y única.
La Voz de la mujer
Isabel Rivero De Armas
isabelrivero70@hotmail.com