En Las Minas de Baruta es difícil encontrar un negocio que acate la organización de los días por número de cédula. La mayoría está trabajando igual que siempre, en horario corrido hasta las 12:00 del mediodía. Algunos comerciantes aseguraron que intentaron hacerlo, pero los clientes se molestaron
Ligia Da Silva, de cabello blanco, ropa de algodón sencilla, zapatos de goma y arrugas que denotan su edad, se asomó a ver un papel en la entrada de una cadena de supermercado en Santa Eduvigis, en el municipio Sucre del estado Miranda. “A través del decreto N° 2020-0100, la compra de productos y bienes esenciales en el territorio mirandino se realizará de acuerdo con el último número de la cédula de identidad”, decía.
Algo ya había escuchado en las noticias antes de salir de su casa y pensó que adaptarse a esta medida implicaba un gran esfuerzo. Ligia vive con su esposo en Los Ruices. Los dos tienen 69 años de edad, integrantes de la población más vulnerable si se contagia de covid-19. El señor no puede salir porque está enfermo. Ella debe encargarse de todas las compras, con el riesgo que esto significa frente a un historial de dos infartos y otras enfermedades.
Ligia sale caminando porque le da temor contagiarse en un autobús. Cada uno o dos días compra lo que va a comer. Una bandejita de carne, unos vegetales y alguna otra cosa que necesite en el momento. Así va alargando el dinero y, en paralelo, buscando los medicamentos que se tiene que tomar diariamente.
Sus compras se tendrán que reducir a dos veces por semana. Su hijo, que vive en Caurimare, no puede ayudarla porque no tiene salvoconducto para sortear las alcabalas. A los nietos no los ve desde hace tres meses. Se siente cansada. Pero, más allá del agotamiento, siente que las medidas que se implementan en el área metropolitana de Caracas no son efectivas. “Hoy deberíamos ver menos personas en la calle, y ¿qué nos encontramos?: la calle full”, dijo.
La medida de implementar las compras por número de cédula recuerda a finales de 2015, cuando en Venezuela se decretó esta modalidad por la escasez de alimentos. En esa época, las colas eran kilométricas y los estantes estaban vacíos. Se vendía lo poco que llegaba en los camiones. Ahora sí hay comida. Con altos precios, pero hay. La diferencia es que el país atraviesa una pandemia en medio de una realidad económica que se tambalea.
Así quedó el cronograma de venta para el estado Miranda por terminal de cédula de identidad: lunes 0 y 9, martes 1 y 8, miércoles 2 y 7, jueves 3 y 6, viernes 4 y 5, sábado 0, 1, 2, 8 y 9; domingo 3, 4, 5, 6, y 7.
En el municipio Chacao, la mayoría de los negocios pegaron en sus vidrieras el papel con la información. Panaderías, supermercados, bodegones y uno que otro abasto. “Las pérdidas son millonarias, pero hay que acatar todas las normas del Estado”, aseguró el dueño de una panadería.
Miranda sigue en cuarentena radical, junto con Caracas y otras cinco entidades del país. La medida de compra por número de cédula se implementó debido al alza de casos de covid-19, que ya llegó a 1925 infectados en este estado, hasta el reporte del 28 de julio.
Sin embargo, no fue un obstáculo para que en el municipio Chacao abundaran las personas. Autobuses por puesto con personas de pie. Usuarios del Metro de Caracas saliendo de la estación en grupos grandes. Personas caminando, mototaxistas, negocios de sectores no priorizados abiertos. El tránsito se parece a los días cuando los venezolanos vivían en normalidad.
En Las Minas de Baruta la historia es distinta, excepto por la cantidad de personas fuera de casa. Es difícil encontrar un negocio que acate la organización de los días por número de cédula. La mayoría está trabajando igual que siempre, en horario corrido hasta las 12:00 del mediodía. Algunos comerciantes aseguraron que intentaron hacerlo, pero los clientes se molestaron.
Las calles, que están cerradas para evitar el paso de vehículos, están llenas de personas caminando. Los dueños de pequeños negocios sostuvieron que no implementarán la medida porque tienen miedo de perder clientes y disminuir sus ventas. Incluso, la dueña de un negocio de productos esenciales aseguró que cerró una sus tiendas de venta al mayor para vender solo al detal.
“En mi casa somos cinco personas y ahora todos vamos a tener que salir a comprar”, dijo Julio Hernández, vecino de Miranda. Siempre hay algo que comprar: un jugo para el almuerzo, un pan para la cena, un pedazo de queso. A su juicio, a partir de esas compras pequeñas, todos los integrantes de su familia van a tener que colaborar.
La medida de regular las personas que salen a comprar no es nueva en la región para evitar la propagación del virus. En Colombia también se implementó por número de cédula; en Perú depende del sexo, un día salen los hombres y otro las mujeres. Lo que ocurre en Venezuela, a juicio del Consejo Nacional del Comercio y los Servicios (Consecomercio), es que la clave para una economía golpeada es la acertada aplicación de bioseguridad en los comercios para evitar afectar a los consumidores y comerciantes en su supervivencia.
El pasado 29 de julio fue el primer día de vigencia del decreto regional con respecto a las compras de productos esenciales. En Caracas se vio una medida similar con el cronograma para los 15 mercados municipales.
Mariana Sofía Garcia/Crónica.Uno