El joven Ramón Antonio Martínez, de 23 años, falleció el pasado martes de tuberculosis en el centro de reclusión preventiva de la Policía Nacional Bolivariana (PNB) conocido como la Zona 7, ubicado en Boleíta Sur, en el municipio Sucre del estado Miranda, denunciaron familiares a los medios de comunicación.
Desde la morgue de Bello Monte, familiares de Martínez dijeron que se enteraron de la muerte de este joven por un rumor. Hasta los momentos, las autoridades se mantienen en silencio al respecto de esta situación.
Relata uno de los familiares de Martínez, que pidió anonimato, que su familiar tenía síntomas de tuberculosis desde hace meses, pero en el lugar no le daban la atención médica necesaria.
Además, señaló que era prácticamente imposible entregarle medicamentos, ya que, asegura, los funcionarios cobran «vacunas» para poder dejar pasar los fármacos.
«Cobran de cinco a diez dólares para entregar comida, visitas y medicamentos. Allá lo que se vive es horrible, no hay atención médica para los enfermos», asegura su familiar.
Martínez llevaba un año en el centro de reclusión preventiva, mejor conocido como Zona 7, por los delitos de posesión de estupefacientes.
Una pandemia
La tuberculosis es la verdadera pandemia de los centros de reclusión. Carolina Girón, coordinadora del Observatorio Venezolano de Prisiones (OVP), señaló en su informe anual que, en los últimos 20 años, más de 7.000 personas han muerto dentro de centros penitenciarios.
«Siguen presentándose casos de tuberculosis, escabiosis… Todo por las condiciones críticas del sistema», señaló Girón. «Desde 1999 hasta 2019 han muerto más de 7.000 personas dentro de los centros penitenciarios», lamenta Carolina Girón.
Además, revela Girón que desde hace 20 años más de 25.000 detenidos han resultado heridos de gravedad. Esta crítica situación ha provocado que organismos internacionales, como la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte-CIDH) otorgase medidas cautelares. Sin embargo, estas medidas no han sido tomadas en cuenta por las autoridades venezolanas.
Miguel Da Silva/Caraota Digital