El profesor Eduardo Klein, del Laboratorio de Sensores Remotos de la Universidad Simón Bolívar, detectó un nuevo derrame petrolero el pasado jueves 20 de agosto, que estaría acercándose de nuevo a las costas de Boca de Aroa y el Parque Nacional Morrocoy desde el pasado domingo.
En distintas publicaciones realizadas por el experto, tras analizar varias imágenes del área durante todo el año 2020, encontró que hay canales de descarga desde las lagunas de oxidación hacia el mar, incluso en días como el 31 de marzo, cuando la precipitación en la zona es históricamente muy baja. Además, el crecimiento del río Aguas Calientes, por la época de lluvias, muestra mezcla de sedimentos junto con los hidrocarburos. “Expulsa hidrocarburos por el canal que está a la derecha de las lagunas. Esos son unos separados API que tienen unas paredes y unas ventajas abajo por donde sale el agua, pero el hidrocarburo queda atrapado, por lo que debería flotar, pero como está tan llena de aceites y residuos petroleros, se sale también. Es lo que presumimos”, le dijo Klein a un equipo periodístico del portal Efecto Cocuyo.
Sin lluvias
Según el Departamento de Ingeniería Hidrometeorológica de la UCV hasta el mes de mayo el 2020 se mostraba como “extremo seco” por los pocos días de lluvia y la baja preciptación, lo que coincide con la observación realizada por Klein sobre las descargas desde El Palito durante el año, quien además nota que a este nuevo derrame petrolero iniciado el 20 de agosto se nota que no hay barreras desnatadoras ni ningún equipo de contención que evite que la mancha vaya mar adentro.
El nuevo derrame petrolero tendría una longitud de 18 kilómetros de largo, al cubrir aproximadamente 93 kilómetros cuadrados. El derrame del 21 de julio llegó a cubrir un área de 260 kilómetros cuadrados. Klein también encontró en sus análisis que para este domingo 23 de agosto aún se encontraban filamentos de hidrocarburo en Boca de Aroa, a pesar de los anuncios oficiales de haber saneado completamente el área.
Daños inocultables
Las Academias de Ciencias y de Ingeniería, así como la Sociedad Venezolana de Ecología, han exigido que se les permita hacer análisis independientes a largo plazo para determinar realmente los daños ambientales y socioeconómicos después que algunos voceros del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (Ivic), junto al Ministerio de Ecosocialismo, sostuvieran que apenas el 1% de los mangles de Morrocoy se han visto afectados, concluyendo que el impacto sobre los ecosistemas “es bajo”.
Jeanfreddy Gutiérrez | Efecto Cocuyo