Hay que salir todos a votar, puesto que es la forma más inmediata y directa de producir el cambio político en Venezuela
La pandemia del covid-19 ha dejado ver con claridad meridiana las desventajas de los países de Suramérica al no constituir una región integrada y unificada, la cuarentena y las modalidades puestas en prácticas en las principales ciudades y capitales, para minimizar el impacto de las severas causas producidas en países como Colombia, Ecuador, Perú, Brasil, que han sido muy liberales en el tratamiento dado a la pandemia, en tanto que Venezuela ha logrado durante el proceso un elevado grado de contención de la pandemia, sus síntomas y propagación, exhibiendo un mayor control y los índices de mortalidad más bajos, lo que constituye una experiencia muy deseable para compartir y replicar, lo que permite visibilizar la potencialidad de una región suramericana, entre naciones hermanas, con más elementos comunes que las identifican, para construir un bloque regional cónsono con la emergencia del nuevo orden mundial actualmente en proceso. Resulta muy lamentable observar las condiciones deplorables con la que algunos migrantes venezolanos están retornando al país y que expresan haber sido objeto de comportamientos y tratos discriminatorios en estos países, que nos unen una historia de libertadores y luchadores, por construir nuestras naciones libres de toda dominación externa. No obstante, manifiestan haber sido rechazados y denigrados por sus propios hermanos y coterráneos, lo cual es manifestación de la ausencia de una visión de integración compartida, incluyente, del elemento más importante de estos procesos, los pueblos hermanos, como una unidad que reclama soluciones, de corte político, económica, social y hasta cultural. Por ello, es de notar el respaldo que no cesa por lograr un acuerdo político en Venezuela, al que cada día se suman más naciones al propósito, de lograr que el gobierno del presidente Nicolás Maduro permita una transición rápida y pacífica a la democracia, como la ruta más eficaz y sostenible hacia la estabilidad, la recuperación y la prosperidad en Venezuela, manifestando estos países su apoyo internacional al proceso de transición política, a lo cual el gobierno, con su fachada democrática, ha respondido convocando elecciones para el próximo 6 de diciembre, invocando la renovación de los representantes de la Asamblea Nacional, en cuyo proceso algunos países amigos de Venezuela manifiestan desconfianzas y ponen en entredicho, de manera anticipada, los resultados electorales, banderas estas levantadas por partidos de la oposición encerrados en la tesis abstencionista, como una forma de negación y retaliación ante el proceso electoral próximo a ocurrir. A este respecto, es mi opinión, que hay que salir todos ese día a votar, puesto que es la forma más inmediata y directa de producir el cambio político en Venezuela. Tengo que recordarle a los voceros de la abstención que en nuestro país no está previsto el quórum mínimo necesario de participación del electorado para definir el ganador, como resultado de la participación de los electores en un proceso electoral, cuyo resultado se determinaría por la ecuación resultante del total de electores registrados en el REP (número de votantes que asistieron al evento) menos abstenciones, menos votos nulos/votos válidos. Gana el que tenga más voto y ya.
RECUADRO
Cuestionando la legitimidad
Hay que reiterar que no existe nada en nuestra Constitución que refiera a cuando un proceso o hecho electoral es legítimo o ilegítimo, por lo que cualquier controversia en torno a la legitimidad del proceso carece de importancia a los efectos de su validez. Lo que es mi mayor interés y relevancia a través de este medio es invitar a participar en este evento electoral, porque solo usted, mediante su participación, puede hacer la diferencia y contribuir activamente con el cambio político en Venezuela, indetenible e impostergable como realidad regional. La legitimidad en todo sistema político es de carácter valorativo y acá en Venezuela se ha establecido como una manera de obrar asociada al acuerdo o no, con determinados valores que concuerden con los nuestros. De allí que todo lo que no sea o esté conforme con ello de manera aceptable, puede referirlo como ilegítimo. Para el tratadista Seymour Lipset una crisis de legitimidad es una crisis de cambio social, referida primero por el desafío a la estructura tradicional de los partidos políticos venezolanos, y en segundo término por la negativa de un grupo de partidos políticos que se niegan a participar en el proceso electoral convocado.
Ángel Arístides Pérez Herrera