Podría resumir casi 15 años de vida dedicado a la seguridad en una sola frase: “Construir seguridad depende de imaginar el futuro.” Por muy trivial que parezca, y a pesar todo lo que hayamos avanzado tecnológicamente en estos 15 años, hasta ahora nadie ha podido decir con certeza qué nos depara el próximo segundo de vida.
Algo que sí sabemos, sin embargo, es que la materialización de los riesgos sólo puede darse a partir del presente, pues de haber ocurrido en el pasado ya estuviéramos sufriendo sus efectos y probablemente capitalizando el aprendizaje de la experiencia, de haber actuado previsivamente.
Imaginemos por un instante que podemos viajar tan solo unos minutos hacia el futuro, tendríamos la capacidad de predecir accidentes, prevenir situaciones y salvar innumerables vidas. Desafortunadamente, los seres humanos estamos atados irremediablemente al pasado y nuestro horizonte de visión termina en el aquí y el ahora.
Del pasado podemos aprender mucho pero no lo podemos modificar, del presente nos queda ejercerlo con las mejores habilidades que dispongamos haciéndonos conscientes de los riesgos que nos rodean, pero del futuro, contamos con todo el potencial de imaginarlo en la mejor forma que podamos para tratar de descifrarlo y en ocasiones, pronosticarlo con un nivel aceptable de éxito.
¿Y por qué si es tan importante, no nos ocupamos más del futuro? Sólo puedo responder desde mi experiencia: los profesionales de la seguridad estamos tan comprometidos con el presente, y los problemas que debemos afrontar y resolver son tan urgentes, que simplemente no tenemos tiempo ni energía para ver y menos pensar más allá de hoy. De hecho, el futuro nos genera pánico porque es en él donde podrían hacerse realidad los riesgos, que por mera probabilidad nos obliga a concluir que, si no ha pasado hasta ahora, seguro pasará en algún momento, y ese “algún momento” queda irremediablemente en el futuro.
Siendo así, ¿Cómo podemos aprovechar esta capacidad de construir escenarios de futuro para mejorar sensiblemente nuestros procesos de prevención?
Lo primero y más obvio es comenzar a pensar en el futuro de una manera más sistemática. Para ello, lo lógico es identificar máximo 3 variables simplificadas sobre las que creamos va a depender el futuro, por ejemplo:
Incremento o reducción de las amenazas (robo, hurto, delincuencia organizada)
Incremento o reducción de la conflictividad social violenta (entorno)
Incremento o reducción de factores externos que impactan el delito (inmigración, políticas públicas, cambios de gobierno etc.)
Podemos crear una escala cualitativa que permita valorar las variables y a partir de ellas, construir un índice. Esto es, si observamos que existe un incremento en la delincuencia, la conflictividad social aumenta, los cuerpos de seguridad del Estado se ven rebasados y además, el entorno es favorable a que se creen condiciones para la inseguridad ciudadana, evidentemente el índice será alto. De igual forma, las variables pueden comportarse de manera mixta y esto hará que los valores sean inferiores.
En segundo lugar, estas variables deben servir para generar posibles escenarios de futuro. Es decir, la combinación de variables va a generar distintas realidades sobre las cuales podemos ubicarnos e inclusive estimar cuál nos conviene y cuál no.
Como último paso imaginemos esos posibles futuros y hagamos un ejercicio de análisis para estimar de qué manera podemos estar mejor posicionados ante tales posibles realidades. La seguridad no es un arte adivinatorio, pero la planificación de riesgos no se trata de predecir el futuro, es estar preparado para cuando este llegue.
@adogel
Adolfo M. Gelder