Aún se investigan las causas de la muerte de Diego Armando Maradona. Todo persiste, a partir de una declaración ante la fiscalía de San Isidro por parte de Alejandro Cottaro y Carlos Bacchini, acompañantes terapéuticos desde el pasado 11 de noviembre, cuando «El Pelusa» recibió el alta de la Clínica Olivos donde fue intervenido quirúrgicamente de un hematoma subdural, hasta el 25 de noviembre, cuando falleció.
“Diego estaba como blindado. El sobrino y los de seguridad te aislaban de Maradona, es como que no querían que tuviéramos contacto con él. Si él nos hablaba, todo bien, pero si uno quería acercarse, enseguida los de seguridad y los demás se interponían”.
El testigo manifestó que la residencia en Tigre, que Maradona habitó en sus últimos momentos, no contaba con las condiciones necesarias para un paciente de tan alto riesgo como lo era el excapitán de la selección de Argentina: “Diego se despertó a eso de las 11:30. Salió del cuarto caminando y con buen semblante».
La enfermera Dahiana Madrid confesó a medios locales:
«Si él quería darse un baño lo ayudaban. Diego le contestó que sí y lo llevaron junto a Jonathan (Espósito, sobrino del 10) a la parte superior de la casa a bañarse. Abajo no había ducha ni nada. Diego solo no podía. Lo bañaron y bajó tranquilo. Luego le mandaron un paquete con sándwiches de miga de jamón y queso”.
El otro acompañante, Carlos Bacchini, criticó fuertemente cuál era el régimen alimenticio recetado para un paciente con las características de Diego.
“Desde mi punto de vista no lo dejaban decidir por ejemplo con las comidas. Él pedía algo que quería y le decían que ya estaba la comida hecha. Recuerdo que Diego quería comer un día churrasquitos y le dieron osobuco con grasa. Yo no le hubiese dado eso a Diego sabiendo que tenía, como todos decían, problemas de corazón”, dijo.