El cambio en la presidencia de Petrobras realizado por el Presidente de Brasil de un civil por un militar retirado causó consternación por ser otra señal de la militarización del poder civil de Brasil bajo el mandato de Bolsonaro.
El presidente, que es un excapitán del Ejército, ha designado miembros activos o retirados de las Fuerzas Armadas en puestos claves del gobierno, desde el jefe de gabinete hasta el ministerio de Salud en plena pandemia.
Nueve de los 21 ministerios brasileños están comandados por militares, que aumentaron 33% su presencia en el gobierno hasta julio y ocupaban unos 2.500 cargos, según informó del diario Folha de S. Paulo.
Esto es visto por algunos como un riesgo para la democracia brasileña.
Edson Fachin, ministro del Supremo Tribunal Federal, la máxima corte de justicia en Brasil, sostuvo el mes pasado en el mismo periódico que «la remilitarización del gobierno civil» es «un síntoma preocupante».
Tras señalar que desde 1988 las Fuerzas Armadas brasileñas actuaron dentro de los límites de sus atribuciones y se subordinaron al poder civil sin inmiscuirse en tareas de gobierno, Fachin alertó que «cruzar esa línea puede ser sí una amenaza a la democracia».
Bolsonaro ha expresado en diferentes ocasiones nostalgia por el gobierno militar que Brasil tuvo de 1964 a 1985.
«Algunos creen que puedo hacer todo. Si todo dependiera de mí, no sería este el régimen en que estaríamos viviendo. Y a pesar de todo, represento la democracia en Brasil», dijo el mandatario durante un acto militar a fines de febrero.
«Junto con nuestras Fuerzas Armadas y demás instituciones de gobierno, todo haremos para cumplir nuestra Constitución, para hacer que nuestra democracia funcione y nuestra libertad esté encima de todo», agregó.
Santoro evalúa que «los militares tienen una lealtad política muy fuerte con Bolsonaro y cuando Bolsonaro no consigue un especialista civil para hacer lo que quiere, sabe que va a tener un general para cumplir esa tarea».
«A los presidentes que tienen este tipo de perfil les gusta estas situaciones de crisis extrema», señala. «Les gusta ese ambiente político de todo o nada, de las grandes apuestas».