Después de haber realizado más de 1.000 arrestos en uno de los lugares de fiesta más populares de Estados Unidos, funcionarios de Miami Beach advirtieron el domingo que las miles de personas que visitan la ciudad en estas vacaciones de primavera y pelean en las calles, destruyen bienes de los restaurantes y se niegan a portar mascarillas se han convertido en una amenaza grave a la seguridad pública.
Durante una reunión de último momento efectuada el domingo, las autoridades municipales votaron a favor de extender un toque de queda sumamente inusual que entra en vigor a las 8 de la noche por otra semana más a lo largo de la popular zona de South Beach, con la posibilidad de prorrogarlo hasta abril en caso de ser necesario.
Y señalaron que esta no es la multitud habitual que visita la ciudad cada periodo vacacional de primavera. Destacaron que no se trata de estudiantes universitarios, sino de adultos que buscan divertirse en uno de los pocos estados del país que está completamente abierto durante la pandemia de coronavirus.
Agentes policiales de por lo menos cuatro agencias más, junto con equipos del escuadrón táctico SWAT, fueron convocados para contener a las escandalosas multitudes, pero fue insuficiente.
Luego de días de juerga, que incluyeron varios enfrentamientos con la policía, las autoridades de Miami Beach implementaron un toque de queda poco convencional el sábado que estará en vigor de las 8 de la noche a las 6 de la mañana, obligando a los restaurantes a suspender el servicio en mesas al aire libre durante un periodo de emergencia de tres días, y alentando a los negocios locales a cerrar sus puertas de forma voluntaria.
Más de la mitad de los más de 1.000 arrestos fueron de personas de fuera del estado, dijo el administrador municipal Raul Aguila, y añadió que muchos están llegando a la ciudad «para participar en actos anárquicos y con una actitud de que todo se vale».
También señaló que las multitudes no estaban comiendo en los restaurantes ni frecuentando negocios, generando los dólares del turismo que se requieren urgentemente, sino que simplemente se congregaban en las calles en grupos de miles.
Agentes con chalecos antibalas esparcieron bolas de gas pimienta el sábado por la noche contra una muchedumbre desafiante, pero mayoritariamente no violenta, que se rehusaba a cumplir con el toque de queda implementado unas cuatro horas antes. Algunas personas respondieron saltando en el techo de automóviles, bailando y arrojando dinero al aire.
Un vehículo de estilo militar fue visto patrullando la avenida Ocean Drive mientras agentes de la policía de Miami Beach superados en número pasaban apuros para dispersar a las ruidosas multitudes el sábado. A los turistas se les pidió quedarse en sus hoteles, y los transeúntes y automovilistas no tenían permitido ingresar a la zona restringida después de las 8 de la noche.
Richard Clements, jefe de la policía de Miami Beach, comenzó a preocuparse el lunes cuando las multitudes parecían mayores a lo normal en el que suele ser un día más tranquilo.
Un grupo de vehículos bloqueó la calle «y en esencia llevaron a cabo una fiesta callejera improvisada», señaló. Para el jueves las multitudes estaban creciendo, surgían peleas y ello desató peligrosas estampidas de gente que corría para protegerse.
«Ya no podíamos seguir», dijo Clements durante la reunión del domingo, en la que defendió el toque de queda. «Creo que esta fue la decisión correcta».
Funcionarios y negocios locales han pasado apuros para alcanzar un equilibrio entre atraer a los turistas con el fin de impulsar la economía y hacerlo de manera segura en medio de la pandemia de coronavirus.
Los residentes se quejaron de que pasaron entre tres y cuatro horas en el tránsito luego de que los puentes fueron cerrados durante el toque de queda. Algunos restaurantes pidieron permiso para seguir ofreciendo servicio a domicilio o para llevar luego de que entrara en vigor la restricción.