Información de: El País
¿Volverá a desaparecer el van gogh? Todo depende de quién esté tras la oferta, por el momento anónima, de 13.091.250 millones de euros que hizo bajar el martillo este jueves en la casa de subastas Sotheby’s. Era la venta en París de una de las obras más curiosas de Vincent van Gogh, Scène de rue à Montmartre (Escena callejera en Montmartre). Se trata de una pintura casi desconocida de uno de los pintores más reconocidos del mundo, que emergió hace un mes tras permanecer más de un siglo en manos de la misma familia, que nunca la expuso al público. El cuadro, que representa uno de los famosos molinos que punteaban el barrio bohemio de Montmartre a finales del siglo XIX, es también una pintura clave en la transición hacia el estilo tan característico que daría fama (póstuma) al artista neerlandés.
El precio del cuadro casi inédito —solo existía una pequeña foto del óleo en el museo Van Gogh— estaba estimado entre cinco y ocho millones de euros y salió por cuatro, cifra rápidamente superada. El lote número seis ―que era el van gogh― fue otorgado en un principio por un precio de 14 millones de euros bajo martillo (más de 16 tras los impuestos) por un comprador anónimo por internet. Sin embargo, la subasta se volvió a abrir, por sorpresa, al término de la puja del último de los 33 lotes previstos y finalmente llegó al precio final algo más bajo de 13,1 millones de euros. Una cifra alta pero lejos de la inicial y, sobre todo, de las alcanzadas por otras obras posteriores —de su periodo más conocido y admirado— del pintor.
Según recordaba Le Figaro, en marzo de 1987, la casa Christie’s vendió por 39,9 millones de dólares el cuadro Los girasoles y, ocho meses después, Sotheby’s logró alzar las pujas hasta los 53,9 millones de dólares por Lirios. El récord absoluto de 82,5 millones de dólares lo alcanzó en 1990 el Retrato del doctor Gachet, realizado en 1890, en los últimos meses de vida de Van Gogh, y que permanece desaparecido desde que su último dueño conocido, el millonario japonés Ryoei Saito, falleciera en 1996.
No obstante, Scène de rue à Montmartre había despertado una curiosidad como pocas otras obras de un artista tan omnipresente. La clave es precisamente esa, que se trataba de una obra casi inédita de un pintor del que se ha escrito y visto tanto.
Los comisarios Claudia Mercier y Fabien Mirabaud, de la casa Mercier-Mirabaud, que se asoció a Sotheby’s para esta ocasión, afirmaron hace un mes, al anunciar la inusual subasta: “Conservada desde hace un siglo en el seno de una familia francesa, este cuadro, jamás expuesto antes, constituye un verdadero hallazgo”. Tras conocer su existencia, los especialistas lo llevaron a Ámsterdam para su autentificación, explicó Mirabaud horas antes de la venta a la emisora France Info. No se ha revelado el nombre de la familia en la que permaneció esta obra adquirida alrededor de 1915.
Por su parte, el director del departamento impresionista y modernista de Sotheby’s Francia, Etienne Hellman, señaló en un comunicado: “Muy pocas pinturas del periodo Montmartre de Van Gogh están en manos privadas, la mayoría de las series forman parte actualmente de colecciones de prestigiosos museos en todo el mundo”.
Scène de rue à Montmartre tiene otra particularidad que la hace especialmente valiosa desde el punto de vista artístico. En 1887, Van Gogh vivía con su hermano Theo en París, en la emblemática rue Lepic de Montmartre, el barrio parisino que ya entonces atraía a numerosos artistas con su mezcla de ambiente rural y urbano, en el que se intercalaban los molinos que marcaban su paisaje con los cabarés que congregaban a artistas e intelectuales de todo París y toda Europa. Fueron dos años “fundamentales” en su carrera porque marcarían un antes y un después en su arte, explicó Hellman en una presentación de la obra previa a su salida al mercado.
“En 1886, cuando llegó a París, Van Gogh todavía usaba colores oscuros, marrones, grises, colores más tradicionales, influido por la escuela holandesa”, señaló. Es en Scène de rue à Montmartre donde “el color se introduce por primera vez en su obra”. Junto a sus hasta entonces habituales tonos oscuros, comienzan a verse “colores brillantes, pigmentos muy puros. Es un cuadro importante porque es una pintura de transición hacia el estilo que desarrollaría tras su estancia parisina” y su traslado a la Provenza en febrero de 1888. En esta pintura, “Van Gogh descubre el color, la luz, con sus amigos (Georges) Seurat y (Paul) Signac, que le muestran que la pintura puede salir directamente del tubo sin ser mezclada”, acotó Mirabaud.
El último Van Gogh de su periodo parisino fue vendido en Nueva York en 2019 por 9,7 millones de dólares, según Le Figaro. Se trataba de una obra más pequeña de tamaño y, sobre todo, sin los colores brillantes que en Scène de rue à Montmartre apuntan ya a la siguiente fase del artista. Antes de su venta, Scène de rue à Montmartre fue expuesto durante un mes en Ámsterdam, Hong Kong, Drout y París.