Arancha González Laya, ministra de Asuntos Exteriores española, decidió enviar a su segunda al mando, Cristina Gallach, a Venezuela en una misión diplomática en la que se prevén reuniones con voceros de la administración de Nicolás Maduro y del sector que representa a Juan Guaidó,según trascendió en medios digitales.
La secretaria de Estado de Asuntos Exteriores terminó el sábado una gira centroamericana que le ha llevado estos últimos días a El Salvador, Guatemala y Costa Rica. Sin embargo, ha ampliado dicho periplo y en la tarde de ayer se desplazó a Panamá, donde se reunió con la canciller panameña, Erika Mouynes, para repasar la agenda bilateral.
También se suma la escala de las próximas horas en Caracas, donde podría permanecer varios días. En la capital venezolana, Gallach espera mantener reuniones con los bandos en disputa –el Ejecutivo de Maduro y con los líderes opositores del llamado G-4- pero también con organizaciones españolas como la Hermandad Gallega de Venezuela o el Centro Vasco de Caracas.
Reseña el portal que la visita de Gallach a Venezuela se produce en mitad de la polémica concesión por parte de la SEPI de 53 millones de euros para rescatar a la aerolínea Plus Ultra.
Tal inyección financiera podría plantearse en las reuniones con la oposición venezolana, que no ve con buenos ojos esta decisión, por cuanto los principales accionistas y directivos de la aerolínea son empresarios muy próximos al gobierno de Maduro y, supuestamente a la vicepresidenta Delcy Rodríguez.
Además, se da la circunstancia de que Juan Guaidó comunicó este domingo que ha contraído el coronavirus, por lo que la número dos de Exteriores no podrá reunirse con él.
Las relaciones diplomáticas entre España y Venezuela no pasan por su mejor momento, a pesar del controvertido caso del rescate de Plus Ultra. El Gobierno de Pedro Sánchez decidió en octubre que a su representante en Caracas, Jesús Silva, no le sustituyera un embajador sino un encargado de negocios, Juan Fernández Trigo, al no reconocer la validez de las últimas elecciones presidenciales de hace un año y medio, ni las parlamentarias de diciembre.
En reciprocidad, el gobierno de Maduro replicó hace unas semanas en unos términos muy parecidos, al “revisar” sus relaciones bilaterales y cesar al que había sido su embajador durante los últimos siete años, Mario Isea, sin notificar un sustituto a Madrid. De ahí que la embajada de Venezuela esté dirigida en estos momentos por el encargado de negocios, Mauricio Rodríguez Gelferstein.
Precisamente, Gallach convocó a Rodríguez Gelferstein el pasado 1 de marzo para reclamarle unas declaraciones de Maduro contra Laya durante la visita de la ministra de Exteriores a Colombia, entre cuyas actividades oficiales estuvo la de conocer la realidad en la que viven cientos de miles de refugiados venezolanos cerca de la frontera.
La secretaria de Estado le señaló al encargado de negocios de Venezuela que declaraciones como las de Maduro “no favorecen que pueda concretarse el interés de España y de la Unión Europea de ser actores constructivos en la salida de la crisis venezolana”.
Asimismo, Gallach trasmitió a Rodríguez Gelferstein la “decepción” del Gobierno español por la expulsión de la embajadora de la UE en Caracas, la portuguesa Isabel Brilhante, decidida a finales de febrero y que provocó el mismo gesto inamistoso por parte de los países europeos con la representante de Maduro en Bruselas, Claudia Salerno.
Sin embargo, el Ejecutivo de Sánchez quiere abrir nuevos canales de interlocución con los actores políticos en Venezuela, una vez que la oposición niega la condición de mediador al expresidente José Luis Rodríguez Zapatero y en un momento en el que la figura del alto representante para la política exterior de la UE, el español Josep Borrell, no es bien vista por Maduro tras la expulsión de Brilhante.