«No podemos tolerarlo más», dijo el mandatario estadounidense el domingo en la vigilia por las víctimas en Newtown, Connecticut, al repasar otros asesinatos del pasado junto al ataque a la ex congresista estadounidense Gabrielle Giffords en el 2011
WASHINGTON. Sus palabras fueron elocuentes y compasivas, como usualmente ocurre cuando el presidente es la voz de una nación en duelo.
Sin embargo, la respuesta del mandatario de Estados Unidos, Barack Obama, por la masacre de 20 niños y 6 adultos en una escuela de Connecticut reveló aspectos más complejos de su figura: emocionado, frustrado y con ánimo de reconsiderar su posición generalizada de no intervenir en el control de las armas en el país.
«No podemos tolerarlo más», dijo Obama el domingo en la vigilia por las víctimas en Newtown, Connecticut, al repasar otros asesinatos del pasado junto al ataque a la ex congresista estadounidense Gabrielle Giffords en el 2011.
«Estas tragedias deben terminar. Y para que terminen tenemos que cambiar», señaló.
Obama no usó la palabra «armas», pero planteó sus argumentos en contra de la violencia con otra imagen políticamente potente: la protección de los niños estadounidenses.
«¿Podemos decir honestamente que estamos haciendo lo suficiente para mantener a nuestros hijos, todos ellos, a salvo?», preguntó el mandatario. «Si somos honestos, la respuesta es no (…) No estamos haciendo lo suficiente y vamos a tener que cambiar», agregó.
Obama prometió que en las próximas semanas usará todo el poder que tenga para comprometer a la ciudadanía, desde los encargados de hacer cumplir la ley a los profesionales de la salud mental, y desde los padres hasta los educadores para «prevenir más tragedias como esta».
Fue la señal más fuerte hasta el momento de que la masacre del viernes y la actual circunstancia política de Obama -está por iniciar su segundo período y no puede volver a ser reelegido- podrían haberlo inspirado a intentar controlar el uso de armas como parte de la agenda de su nuevo mandato.
Obama ha actuado cuidadosamente durante su Gobierno y también en la campaña que terminó con su reelección para frustración de quienes pretendían más acciones concretas, reseñó la agencia Reuters.
A pesar de los asesinatos en masa ocurridos en los últimos años, las encuestas siempre han reflejado que a la mayoría de los estadounidenses le preocupa la aplicación de eventuales restricciones a la tenencia de armas de fuego.
Y el lobby que lidera la Asociación Nacional del Rifle (ANR) ha sido una fuerza poderosa a la hora de conseguir apoyo entre los republicanos y los demócratas rurales, a punto tal que empujar iniciativas para limitar las armas a través del Congreso ha sido un ejercicio inútil.
Pero los asesinatos en Newtown, Connecticut, dieron un nuevo impulso a las peticiones, incluyendo un restablecimiento de la veda a la venta de «armas de asalto», como el rifle semiautomático que Adam Lanza usó en su ataque.
La senadora demócrata Dianne Feinstein, de California, dijo el domingo al programa de NBC «Meet the Press» que presentará una propuesta para prohibir la venta de ese tipo de armas de asalto cuando el nuevo Congreso se reúna en enero.
El gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, un potencial contendiente demócrata para la elección presidencial del 2016, fue otro de los que pidieron nuevas leyes para limitar el acceso a las armas.
Y el alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, una voz persistente en favor del control de las armas, advirtió a Obama que el tema debería estar en lo alto de su agenda diaria.
Es poco probable que Obama vaya a ir tan lejos, pero está claro que la matanza de Newtown, y el hecho de que 5 de los 12 tiroteos más mortíferos de la historia de Estados Unidos se hayan producido desde que Obama asumió el cargo en enero del 2009, están afectando al presidente.
«Si dejas a un lado las pérdidas del Ejército… estos tiroteos lo han impactado de manera más personal que cualquier otra cosa», dijo un ex asesor de Obama que pidió no ser identificado.
Pero cualquier esfuerzo por lograr un cambio significativo en la política de armas a través del Congreso podría ser obstaculizado por otras prioridades legislativas del segundo mandato, añadió.
«Así que la pregunta es: ¿Es (el control de armas) un asunto realmente suyo? ¿O la inmigración o la reforma tributaria lo son?», dijo el ex asesor.
Para la fuente, es muy poco probable que Obama pueda ocuparse de los tres asuntos.
• ACCIÓN SIGNIFICATIVA
Sean cuales sean los obstáculos, Obama efectivamente se ha comprometido a hacer algo por reducir la violencia armada y adoptar «medidas significativas».
Así que, una vez que la emoción haya disminuido, ¿qué podría hacer?
Algunos analistas creen que Obama apoyaría un nuevo impulso de los demócratas en el Congreso para restablecer la prohibición de armas de asalto, que los legisladores dejaron expirar en el 2004. Los analistas también creen que apoyaría medidas más fuertes para asegurar que los enfermos mentales no puedan comprar armas con facilidad.
Y podría hacerlo de forma ejecutiva sin esperar al Congreso.
«Podríamos hacer más para mejorar los datos de nuestro sistema de verificación de antecedentes mentales», dijo Adam Winkler, profesor de la Escuela de Derecho de la Universidad de Los Angeles. «Se puede hacer con una orden ejecutiva» agregó.
Sin embargo, para Winkler, el tribunal supremo ha dicho que los estados no pueden ser obligados a entregar esa información al gobierno federal.
Winkler también dijo que el sistema actual para asegurar que los compradores de armas no tengan antecedentes penales debe mejorar, pero probablemente requeriría de una ley. Muchas ventas de armas legales se producen sin ningún tipo de verificación de antecedentes, explicó.
En Newtown, las tres pistolas que empleó Lanza aparentemente fueron adquiridas legalmente por su madre, la primera víctima de la masacre que perpetró su hijo, dijeron las autoridades.
Ningún funcionario de la Casa Blanca se refirió detalladamente a lo que Obama mencionó como «medidas significativas».
Bloomberg y otros defensores del control de armas afirman que el presidente debe actuar con rapidez y decisión o corre el riesgo de ser considerado parte del problema.
«Hemos escuchado esta clase de retórica antes», dijo Bloomberg, quien apoyó la reelección de Obama este año. «Lo que no hemos visto es liderazgo, ni de la Casa Blanca ni del Congreso», añadió.
• CAMBIO DE POSICIÓN
Al principio de su carrera política, Obama expresó su apoyo a restringir el acceso y el uso de armas.
Como senador estatal de Illinois, en representación de un distrito urbano de Chicago, Obama fue citado por el diario Hyde Park Herald en el 2000 pidiendo penas más severas para el uso de armas de fuego, limitar las compras a una pistola por mes y aplicar leyes más estrictas para frenar la venta en ferias.
Durante su primera campaña para la presidencia en el 2008, Obama dijo que respaldaba el restablecimiento de la prohibición de adquirir armas de asalto. Pero una vez en el cargo, no hizo grandes esfuerzos en ese sentido, lo que refleja la falta de entusiasmo del Congreso a tratar una legislación sobre el tema.
Cerca de un mes después de que Obama asumiera el cargo en febrero del 2009, el fiscal general Eric Holder dijo que el Gobierno quería reinstaurar esa veda. Pero la demócrata Nancy Pelosi, por entonces presidenta de la cámara de representantes, enfrió la idea. «Hay que hacer cumplir las leyes que tenemos en este momento», dijo en aquel momento.
Y un portavoz de otro líder demócrata, el entonces líder de la mayoría del Senado Harry Reid, dijo que el legislador se opondría a cualquier esfuerzo por revivir esa prohibición. Reid, demócrata por el estado de Nevada, había votado en contra de la veda cuando fue instituida en 1994.
En realidad, el Gobierno de Obama amplió los derechos a tener armas: firmó una ley que permite portar pistolas ocultas en parques nacionales como Yellowstone o el Gran Cañón, y habilitó su transporte dentro del equipaje facturado en trenes de Amtrak.
El Centro Brady de prevención de la violencia armada emitió un duro informe en el 2010, diciendo que Obama había «abdicado de su responsabilidad» en el tema y lo calificó negativamente por no haber avanzado en las restricciones que había apoyado durante su campaña.
Pero la matanza de Newtown «puede ser un punto de inflexión para el debate de armas en Estados Unidos», dijo Winkler, autor de «Duelo: La batalla por el derecho a portar armas en EEUU».
«La gente parece más enojada que nunca», dijo. «Ver como 20 niños son sacrificados sin piedad en una escuela es demasiado. El ambiente político es diferente a lo que era hace un par de semanas atrás. El presidente Obama (…) ya no tiene que preocuparse por la reelección».
Para Winkler, Obama no quiso hablar de las armas «porque muchos de los votantes considerados volátiles son apasionados de las armas y necesitaba sus votos para ganar. Su cálculo político tiene que ser diferente».
El especialista también señaló que varios candidatos republicanos del Congreso que recibieron más de 100.000 dólares de la ANR para las elecciones de noviembre terminaron perdiendo.
«La NRA ha tenido un noviembre duro», dijo Winkler. «Así que tal vez los demócratas no tengan tanto miedo a ser castigados electoralmente por ellos».
Agencias