Después de más de un siglo de veneración, el medico venezolano José Gregorio Hernández, quien combinó sus conocimientos científicos y su profunda vocación religiosa durante sus 54 años de vida, se convertirá en una semana en el primer beato del país en medio de una reducida ceremonia debido a la pandemia.
Nacido el 26 de octubre de 1864 en Isnotú, un pequeño poblado del estado de Trujillo, y criado por una familia modesta de marcados valores religiosos, el conocido “médico de los pobres” será beatificado.
El reconocimiento llega después de que el papa Francisco reconociera el milagro concedido a la niña Yaxury Solórzano Ortega, quien recibió un disparo en la cabeza durante un asalto mientras se encontraba con su padre.
El suceso ocurrió en marzo de 2017, en el estado central de Guárico, y la pequeña tenía 10 años. Los médicos informaron a sus padres que la niña iba a fallecer y su madre rezó a José Gregorio para su cura, según la versión de los familiares.
Al doctor Hernández se le atribuyen miles de milagros y solo el de la pequeña ha sido reconocido por el Vaticano. Su popularidad y cariño dentro del pueblo venezolano, que tras su muerte comenzó a venerarlo y a llamarle santo, inició desde muy joven, debido a la generosidad con la que siempre actuó.
El suceso ocurrió en marzo de 2017, en el estado central de Guárico, y la pequeña tenía 10 años. Los médicos informaron a sus padres que la niña iba a fallecer y su madre rezó a José Gregorio para su cura, según la versión de los familiares.
Al doctor Hernández se le atribuyen miles de milagros y solo el de la pequeña ha sido reconocido por el Vaticano. Su popularidad y cariño dentro del pueblo venezolano, que tras su muerte comenzó a venerarlo y a llamarle santo, inició desde muy joven, debido a la generosidad con la que siempre actuó.
José Gregorio Hernandez murió en Caracas el 29 de junio de 1919 cuando un vehículo lo atropelló y en la caída se fracturó el cráneo al golpearse con una acera.
A su funeral asistieron miles de personas y, según un sacerdote, el principal cerro de Caracas, conocido como Ávila, quedó despoblado de flores luego de que fueran cortadas para llevárselas al medico, cuyo féretro fue cargado en brazos por el pueblo.
Sobre su muerte se dice que, un año antes, indicó que iba a pasar.
Los biógrafos señalan que poco antes de morir hizo un comentario a amigos en el que aseguraba que había ofrecido su vida para que acabara la primera guerra mundial.
Una vida de entrega y afecto hacia los más desfavorecidos que le valió para recibir la venia del papa Francisco para ser beatificado, poco antes de cumplirse el 102 aniversario de su fallecimiento.