La investigación indica posibles vínculos entre cáncer de próstata, tiroides y un tipo de padecimiento sanguíneo entre los rescatistas que estuvieron expuestos a los escombros tóxicos que dejaron los ataques terroristas en el Centro de Comercio Mundial, pero se detectaron pocos casos en total
CHICAGO. El estudio más completo sobre casos de cáncer relacionados potencialmente con los ataques del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York dejó más preguntas que respuestas, por lo que no puso fin al debate de si los ataques fueron realmente la causa.
La investigación indica posibles vínculos entre cáncer de próstata, tiroides y un tipo de padecimiento sanguíneo entre los rescatistas que estuvieron expuestos a los escombros tóxicos que dejaron los ataques terroristas en el Centro de Comercio Mundial, pero se detectaron pocos casos en total. Incluso los líderes del estudio expresaron que los resultados «deberían ser interpretados con cautela».
El estudio involucró a cerca de 56.000 personas inscritas en un registro creado para rastrear los efectos en la salud de quienes estuvieron expuestos a los destrozos de los ataques terroristas.
La mayoría de los participantes se inscribió de manera voluntaria. Ello podría distorsionar los resultados, pues sería más probable que se inscribieran aquellas personas que ya presentaban ciertos síntomas que las personas sanas.
Las personas a quienes se les diagnosticó cáncer hasta 2008 fueron incluidas en el estudio, pero eso fue siete años después de los ataques del 11 de septiembre de 2001 y el cáncer con frecuencia toma más tiempo en desarrollarse. Los individuos a quienes se les detectó cáncer antes de los ataques fueron excluidos del estudio.
Los índices de cáncer fueron comparados con los que se aprecian en la población general del estado de Nueva York, pero los científicos no contaron con información sobre si las personas en el estudio tenían factores de riesgo para contraer cáncer, entre ellos antecedentes familiares o si tenían un padecimiento que no fuese detectado sino hasta después del ataque. Los participantes son vigilados por cuestiones de salud y podrían haber sido sometidos a más análisis sobre cáncer que otras personas, lo que también podría distorsionar los resultados.
Los crecientes riesgos fueron detectados solamente en trabajadores de rescate y recuperación, quienes pudieron haber tenido un contacto más directo y prolongado con potenciales sustancias cancerígenas en el polvo, humo y escombros de los edificios derrumbados, pero los casos de cáncer no fueron tan comunes en los trabajadores más expuestos: un hallazgo que parecería contradecir la teoría de que el contacto fue la causa.
El estudio fue difundido apenas unos meses después de que el gobierno federal añadió decenas de tipos de cáncer a una lista de padecimientos relacionados con los ataques, que serán incluidos en un programa para el pago de cobertura de salud.
Los resultados del estudio «no responderán todas las preguntas, porque todavía es demasiado pronto», dijo el doctor Thomas Farley, comisionado de salud de la ciudad de Nueva York. «La gente está mucho muy interesada en este tema y consideramos importante difundir los datos que tenemos, pese a que es pronto».
Marijo Russell O’Grady decana de los estudiantes en el campus de la Universidad de Pace en Nueva York, estaba en su oficina cerca del Centro de Comercio Mundial durante los ataques. Reside además cerca de la zona y dice que le preocupa la manera en que la exposición al polvo, la ceniza y a un «penetrante olor a plástico quemado» podría afectar a su familia, incluido su hijo, quien tenía entonces año y medio. Toda la familia se ha inscrito en el registro de salud.
El cáncer constituye su mayor preocupación. «Siempre está en mi mente», reconoció.
Los investigadores del departamento de salud de la ciudad encabezaron el estudio, una parte del cual se sufragó con fondos del instituto Nacional de la Seguridad y la Salud Ocupacionales. El director de ese organismo, Fred Blosser dijo que agradece la divulgación de los resultados, aunque hace falta un seguimiento a mayor plazo para examinar los riesgos de tipos de cáncer que tardarían más tiempo en desarrollarse.
El estudio aparece en la edición del miércoles del Journal of the American Medical Association.
Una investigación anterior del mismo registro vinculó los ataques con problemas respiratorios, incluyendo asma y síntomas de estrés postraumático.
El nuevo estudio involucró a un grupo más amplio de personas, incluidos bomberos y otros trabajadores de emergencias, junto con residentes y empleados de los centros de trabajo cercanos a la zona en la que se desplomaron las Torres Gemelas, dijo Farley.
Los casos de 2007 y 2008
En la nueva investigación, se establecieron principalmente vínculos con casos de cáncer diagnosticados en 2007 y 2008 a quienes participaron en las labores de rescate y recuperación. Entre esos casos hubo 67 de cáncer prostático, 13 de tiroideo y siete de mieloma múltiple (una variante que afecta la médula ósea). En todos estos tipos, la incidencia del cáncer fue mayor que en el resto de la población del estado de Nueva York.
Donald Berry, profesor de bioestática en el Centro Anderson de Cáncer de la Universidad de Texas, dijo que el estudio tuvo muchas limitaciones, las cuales hacen imposible sacar conclusiones definitivas.
«No hay evidencias de que el 11 de Septiembre haya causado alguno de estos casos de cáncer», sentenció Berry.
Lindsey Tanner /AP