Existen muchos tipos de padres tóxicos. Algunos son demasiado permisivos; otros excesivamente severos. Pero, ¿cuál es el término medio?¿Cómo puedes descubrir si eres un padre tóxico?
Los padres tóxicos no son conscientes de que su conducta perjudica a sus hijos en vez de beneficiarles. En su intento por ser buenos padres, a veces cometen graves errores.
Es importante destacar que las conductas tóxicas no solo tienen que ver con la violencia o el maltrato físico. A nivel psicológico, hay una serie de comportamientos dañinos que pueden interferir en la vida de cualquier niño o adolescente.
Padres tóxicos: principales rasgos
1. “Manipulándolo consigo lo que quiero”
¿Ser padre y manipulador? Aunque no lo creas, es posible. Hay padres que utilizan a sus hijos para conseguir lo que desean sin importar el cómo o simplemente para imponer su autoridad y llevar la razón, a pesar de que no sea lo más adecuado.
Aunque piensen que su vástago no se da cuenta, en ocasiones puede percibirlo. Y no solo eso, sino que este tipo de actitudes pueden causar heridas emocionales muy profundas que repercutirán en su futuro.
Los rasgos más comunes de estos padres tóxicos son el victimismo y la culpabilidad. En vez de reñir al niño cuando hace algo mal o hablar con él al respecto, se hacen las víctimas y generan en él un gran sentimiento de culpabilidad.
De hecho, muchas veces el niño termina por aceptar responsabilidades de situaciones y comportamientos que ni siquiera ha generado él.
2. “A veces, se me va la mano”
Esto no solo se refiere a la agresión física, que también es un signo de maltrato, sino sobre todo a la agresión verbal.
Existen padres tóxicos que creen que para educar a los suyos, lo mejor es insultarles y descalificarles. Creen, erróneamente, que así el niño aprenderá antes.
Sin embargo, este comportamiento no solo daña la autoestima de los niños, sino que es contraproducente. La mejor forma de conseguir que avancen es mostrándoles apoyo y confianza.
Deben saber que sus padres confían en ellos y que tienen expectativas positivas sobre su comportamiento, ya que esto provocará que confíen más en sí mismos y se sientan mejor. A esto último se lo conoce como efecto Pigmalión.
3. “Ya sabe que lo quiero, ¿para qué demostrárselo?”
La falta de afecto es uno de los principales problemas que puede sufrir un niño. En un futuro, puede dar lugar a carencias afectivas que llevarían a sufrir dependencia emocional.
De la misma forma, este comportamiento tóxico puede generar desconfianza y graves desequilibrios en las relaciones interpersonales que mantenga en el futuro.
No hay que suponer que los hijos ya saben que son queridos. Es necesario brindarles amor, cariño y respeto desde su más tierna infancia; tienen que saber todo el amor que se les profesa.
4. “No me interesa lo que le preocupa”
La falta de comunicación genera desconfianza y evita que el niño exprese sus emociones. A menudo, los padres tóxicos no suelen preocuparse por este aspecto, es más piensan que no es importante en los más pequeños.
Puede que escuchar los desvaríos de los mas pequeños no sea un plato de buen gusto, sobre todo cuando se tiene un día estresante. No obstante, hay que prestar atención a lo que dicen para saber cómo se sienten y validar sus emociones.
Si lo cuentan es porque creen que pueden desahogarse. Por lo tanto, hay que demostrarles que se está disponible para ellos y que interesa lo que dicen.
5. “Esas amistades no me gustan para ti”
No se pueden controlar totalmente las relaciones de los niños. Es normal sentir preocupación si juegan o salen con personas que no parecen convenientes, pero muchas veces estos opiniones están basados en prejuicios.
Hay que educar a los niños para que tengan una personalidad auténtica. Fortalecer su autoestima y amor propio es fundamental. Así será mucho más fácil que no se rodee de malas compañías.
Prohibirle ver a sus amigos puede ser, además de doloroso y traumático, un problema a largo plazo. A partir de cierta edad, tiene que aprender a equivocarse.
6. “Debes estudiar, debes ser…”
Algunos padres tienen demasiadas expectativas sobre sus hijos. Es normal desear que tengan éxito, que sean los mejores de la clase o que tengan muchos amigos, pero nada de esto tiene importancia si el niño es infeliz.
Un hijo es un individuo autónomo y tiene que descubrir qué es lo que quiere por sí mismo. Es conveniente apoyarle y guiarle, pero jamás presionarlo para que sea alguien diferente de acuerdo a una serie de expectativas.
Esto solo le causará frustración, estrés y la desaprobación de su familia. Permítele que sea lo que él quiera.
7. “Tú no puedes hacer esto, yo sí”
Uno de los principales problemas de los padres tóxicos es intentar enseñarles a sus vástagos buenas conductas cuando ellos no las llevan a cabo.
La incoherencia solo genera malentendidos y rencores. No es lógico prohibir algo a los hijos y que estos descubran, por ejemplo, que el padre lo hace a escondidas.
No solo provocará decepción en ellos, sino que perderán el respeto a su progenitor.
8. “Deberías haber sacado un 10”
Hay padres tóxicos que son muy exigentes con sus hijos. ¿Recuerdas ese amigo de clase que lloraba por no haber sacado la máxima nota? Y tú tan feliz con tu 5 raspado…
Los progenitores deben controlar su nivel de exigencia. Es mejor sacar un 10, claro que sí, pero no obligar a un hijo a sacarlo como si fuera un inútil por no hacerlo.
Hay muchos factores que pueden influir en una nota. Si saca un 5 no pasa nada y si suspende, tampoco. Es un aprendizaje, no una competición.
9. “No te preocupes, yo te protegeré”
La sobreprotección es uno de los peores comportamientos que un progenitor puede tener. Debido a esto, los hijos no sabrán tomar decisiones y enfrentarse a sus problemas cuando crezcan.
No está bien proteger a un hijo dentro de una burbuja donde nadie le haga daño. La vida, al final, enseña a base de caídas y de cometer errores. Debe aprender a equivocarse y a hacer frente a sus decisiones. Sobreprotegerlo no le hace ningún favor: retrasa su maduración personal.
10. “Puedes hacer lo que quieras”
Enseñar hábitos poco saludables a los hijos tampoco será positivo. Dejarle beber alcohol desde temprana edad, fumar o ejercer otras prácticas insanas no hace mejor padre, sino un progenitor irresponsable.
No se puede ser amigo de un hijo, por más que se quiera. Hay que estar a su lado y conseguir que vea a sus padres como pilares en los que apoyarse, pero eso no significa tener que consentirle.
¿Y si soy un padre tóxico?
Los padres tóxicos son muy negativos para sus hijos pero, sobre todo, para ellos mismos. Por lo general, tienden a focalizar sus frustraciones en sus vástagos, sin darse cuenta.
Es importante identificar si tienes ciertos comportamientos tóxicos. De ser así, podrías estar haciendo mucho daño a tus hijos, así como a su crecimiento personal.
Revisa tus actitudes y pide ayuda, si lo consideras necesario. Nunca es tarde para cambiar.