Las subidas de tensión arterial puntuales pueden suponer un peligro para la salud de la persona afectada. Por ello, es importante saber reconocer sus síntomas y así, actuar en consecuencia.
La presión arterial es la medida de la fuerza ejercida en las paredes de las arterias por la sangre mientras fluye de un órgano a otro. El nivel de la presión arterial recomendado para un adulto sano es de 120/80 mmHg. Sin embargo, se puede dar el caso de que este nivel disminuya o aumente, dando lugar a una bajada o subida de tensión, debido a diferentes factores.
Estos cambios en la presión arterial son el resultado de hábitos de vida como la alimentación, el estrés y otros cambios en el organismo. La presión arterial alta o baja respecto al nivel recomendado no es saludable y supone un peligro para la salud de la persona afectada.
Una persona con la presión arterial alta, también conocida como hipertensión, puede mostrar unos niveles de 140/90 mmHg. Aunque una subida de tensión puntual no supone padecer una enfermedad, cuando esta permanece en el tiempo de forma sostenida, puede suponer un peligro para la salud.
Cuando la subida de tensión se da de forma repentina, puede ser una señal de que algo en el organismo no marcha como debería. Es más, puede llegar a provocar distintos accidentes a nivel vascular o incluso la muerte.
¿Cuáles son las causas de la subida de tensión?
Debido a los peligros que conlleva una subida de presión arterial repentina, es importante conocer las causas y los síntomas de la misma. Hay distintos factores que pueden provocar una subida de tensión arterial, entre los que se encuentran:
- Dolor: el dolor severo producido como consecuencia de una lesión también puede causar una subida de tensión.
- Ansiedad: es una de las causas más comunes. Es común que cuando en momentos en que se produce un pico de estrés, la tensión arterial se dispare. Esto se debe a que con el estrés, ciertas hormonas son liberadas, como el cortisol, que hacen que se constriñan los vasos sanguíneos y aumente el ritmo cardíaco.
- Dieta rica en sal: debido al consumo excesivo de sal, el mecanismo corporal encargado de los niveles de la presión arterial pierde eficacia. Esto hace que se disparen los niveles de tensión arterial.
- Obesidad: con la obesidad, el tejido lipídico obstruye los vasos sanguíneos, por lo que la sangre que llega al corazón es insuficiente. En consecuencia, el corazón debe aumentar el ritmo cardíaco y la fuerza con que bombea la sangre, aumentando así la tensión.
- Embarazo: no es raro que durante el embarazo se experimente una subida repentina de la tensión arterial. Esta situación debe ser controlada para evitar complicaciones como la preeclampsia, una condición debida a la retención de líquidos.
¿Con qué síntomas cursa la subida de tensión?
Para actuar rápidamente en casos de subida de tensión arterial puntuales, es necesario reconocer los síntomas de la misma. De esta manera, los síntomas que avisan de una subida de tensión arterial son los siguientes:
- Mareos.
- Náuseas.
- Vómitos.
- Falta de aliento.
- Sangrado nasal.
- Visión borrosa.
- Sudoración excesiva.
- Somnolencia excesiva.
- Zumbido en los oídos.
- Dificultad para respirar.
- Dificultad para concentrarse.
- Aumento de la frecuencia cardíaca.
¿Qué hacer ante una subida de tensión?
Frente a una subida de tensión puntual y repentina, es de vital importancia bajarla rápidamente. De esta manera, evitaremos que se produzca cualquier complicación que ponga la vida de la persona en peligro. Esto se consigue siguiendo estos pasos:
- Medir la tensión para saber los niveles de la persona. En especial, si esta es hipertensa.
- Colocar a la persona en una posición cómoda.
- Si se esta en un lugar frío, se debe abrigar a la persona y si es posible, trasladarla a un lugar cálido. Esto se debe a que las bajas temperaturas aumentan la presión arterial.
- Si por el contrario hace mucho calor, se debe tratar de resguardarse en un lugar fresco.
- Tratar de rebajar el estrés, hacer que la persona se relaje. Para lograr así, que sus niveles de presión arterial vuelvan a la normalidad.
Si después de realizar estos pasos la tensión no ha bajado, hay que acudir a un médico de inmediato. Además, aparte de medidas puntuales frente a este tipo de situaciones, será necesario iniciar un tratamiento para evitar que episodios así se repitan.
¿Qué hábitos de vida pueden ayudar a regular la tensión?
Es importante aprender a gestionar mejor el estrés y, en la medida de lo posible, evitarlo. Los ejercicios de mindfulness y meditación son algunas de las mejores medidas para aprender a calmar la mente en distintas situaciones y, en general, disminuir los niveles de tensión emocional.
Evidentemente, será necesario realizar ciertos cambios en la alimentación. En este sentido, reducir el consumo de alimentos ricos en sal, y evitar la ingesta de congelados y procesados. También es conveniente dejar de salar las comidas en exceso y, en su lugar, aprender a sustituir la sal por hierbas u otras especias.
Los cambios en los hábitos alimenticios serán determinantes, pero deben estar siempre inscritos dentro de un estilo de vida saludable, para que así, unas medidas apoyen otras y, en conjunto, puedan brindar bienestar a la persona. Hay que tener presente que, ninguna medida es capaz de suponer una “cura” por sí sola.