“Ayer en la noche me vi con un amigo para trabajar en algunos temas del paro. Estábamos sentados afuera en un lugar público y de pronto y sin hablar vino un sujeto y nos disparó a corta distancia. No dejó de disparar hasta que el arma se quedó sin tiros. Mi amigo estuvo frente de mí y me salvó la vida. Él recibió 13 impactos de balas en todo el cuerpo, tres de ellos en la cabeza y varios en el pecho. En estos momentos mi amigo se encuentra entre la vida y la muerte y ya ahora es el milagro más grande que esté con vida. Él sigue luchando pero su estado está muy crítico”, escribió la alemana Rebecca Linda Marlene Sprößer en su cuenta de Facebook sobre el episodio trágico que vivió la noche del pasado 22 de julio.
Linda, como abrevia su nombre, llegó de vacaciones para bailar salsa el 15 de marzo y terminó en las calles como manifestante en las protestas sociales, denunciando abusos y violencia por parte de la Policía Y para ese momento ella ya había recibido amenazas, ataques e intimidaciones por teléfono y redes sociales.
Al hablar con ella después del atentado afirmó que está en un lugar seguro, orando por la salud de su amigo, a quien no quiso identificar por seguridad. “Quiero quedarme acá en Cali pero uff parece imposible, todos me dicen que me vaya del país”, dijo.
“Cuando llegué a Cali me enamoré totalmente de la gente, de la forma de vivir y decidí que quería vivir un tiempo más acá. Empecé a trabajar como voluntaria en una escuela muy reconocida de baile que se llamaba Arrebato Caleño, pero se intensificaron los toques de queda y ya no pudieron dar las clases que se hacían en la noche y quebraron después de resistir lo que más pudieron durante la pandemia. Esa fue una fuerte motivación para unirme a la gente que empezó a protestar. Después pensé que como en México había trabajado en periodismo, aquí también podría documentar con mi mirada lo que estaba sucediendo. Entonces empecé a grabar testimonios y abusos de la Policía y a mandarles eso a mis contactos que tenía de prensa”, comentó en su momento.
Esta alemana ha sido testigo de las protestas sociales en Colombia más fuertes en décadas, aupadas por el descontento social y la crisis económica que agudizó la pandemia por el COVID-19. Manifestaciones que también han terminado en escenas violentas, reprimidas por la Policía, con un saldo de al menos 44 civiles muertos (26 de estos en Cali) en sesenta días, entre el 28 de abril y el 26 de junio, según las ONG