El Metro de Caracas es patrimonio de toda la ciudadanía caraqueña; nos debe doler y preocupar a todos sin excepción.
De continuar como vamos en esta involución, el metro de Caracas se puede precipitar hacia el colapso total. Dicho sistema de transporte pasó de ser la gran solución para nuestra ciudad capital a convertirse en una permanente fuente de calamidades para los usuarios que lo frecuentamos diariamente.
A 38 años y medio de la inauguración del Sistema Metro de Caracas, nuestra experiencia como usuario ha degenerado e involucionado a un sistema impuntual, incómodo e inseguro, lo cual implica la violación de nuestros derechos humanos y la vulnerabilidad de un servicio estratégico para la Nación.
La impuntualidad que genera su mal servicio hace que una persona trabajadora tenga dos horas de retraso, en promedio, en llegar a sus labores, y si es un viaje de extremo a extremo, puede alcanzar las tres horas.
Hay estaciones donde la espera asciende los 15 minutos dentro del tren sin que este comience su recorrido, cuando en sus inicios, el servicio no excedía los dos minutos.
Veo con preocupación las constantes fallas en las bombas de achique que se encuentran en Línea 3, lo cual derivó recientemente en la paralización parcial de ese tramo. Como es bien sabido, estas bombas cumplen la función de evitar inundaciones de la vía férrea durante el periodo de lluvias. Hoy, su funcionamiento es deficitario o inexistente.
Es desastroso y deprimente viajar por el Sistema Metro de Caracas; la probabilidad de tener un accidente es alta, el calor es el pan nuestro de cada día dentro sus vagones y estaciones, sumado a la carencia de cultura, higiene y bioseguridad que cada día se hacen más presentes.
La falta de inversión en mantenimiento preventivo y correctivo en el Sistema Metro de Caracas aumentó desde hace una década, producto de la cadena de errores del gobierno nacional, entre los que hay que destacar el haber eliminado la publicidad comercial privada dentro de las instalaciones del sistema subterráneo, espacios donde se anunciaban productos y servicios que aportaban ingresos importantes que
ayudaba al mantenimiento de la infraestructura e incluso para el pago de algún incentivo para el personal.
Hoy, lamentablemente, casi todas las escaleras mecánicas se encuentran inoperantes o en muchos casos desaparecieron, lo cual genera aglomeraciones, daños a personas con movilidad reducida y obstruye el derecho a la confortabilidad que merecen nuestros adultos mayores.
Además el subterráneo de Caracas es afectado severamente por las continuas debilidades estructurales que confronta el Sistema Eléctrico Nacional.
Es importante tener claro que en tiempos difíciles es necesario tomar decisiones complejas, pero realistas y que nos aproximen a soluciones viables, sin importar los costos políticos que de ello deriven.
Es decir, medidas impopulares pero que son necesarias, como: incrementar el precio del pasaje. En este punto quiero ser enfático al señalar que se debe aislar ese sustento ortodoxo del populismo fracasado de la mal llamada cuarta república y ahora de la quinta de que “no hay que atropellar al pueblo, mediante el alza de los servicios como el metro”, se requiere sí o sí, elevar dicha tarifa, porque en la actualidad Bs 50.000 no representan ni un céntimo de dólar y la gratuidad del servicio termina, en resumidas cuentas, siendo un fracaso para los usuarios.
Establecer un sistema rígido de seguridad mediante el cual se localice y se exterminen prácticas insanas que inciden en un mal servicio, como por ejemplo: el constante ingreso de carteristas y pedigüeños, así como la ingesta de comida y de bebidas dentro de los vagones, la carencia de bioseguridad y castigar a los irresponsables que ocasionan daños a las instalaciones.
Hacer un proceso de reingeniería, coordinación y reimpulso; para localizar soluciones a todas las deficiencias que inciden negativamente en nuestra calidad de vida como usuarios. Ese proceso debe priorizar el mantenimiento de tipo preventivo y correctivo en las vías férreas, unidades de trenes y escaleras; así como también la puesta en marcha de obras paralizadas como la Línea 5.
En resumen, el metro de Caracas es parte de nuestro gentilicio, debe funcionar correctamente y volver a ser una referencia Latinoamericana. Hagamos que ese sistema avance y se concatene dentro de la vía de las 3E propuesta por nuestro diputado Omar Ávila. Lo podemos lograr, pero con integridad, constancia, disciplina, ética y responsabilidad.