Harold Castro se aseguró que el juego perfecto número 24 en la historia de las Grandes Ligas no se materializara en el Comerica Park, el domingo por la tarde.
Con dos outs, en el octavo inning, el venezolano le conectó un inatrapable a Triston McKenzie para acabar con su cadena de 23 retirados en fila.
Castro -que hizo honor a su sobrenombre de «Hittin Harold»- golpeó con solidez una recta a 90 millas por hora del derecho de Cleveland, en conteo de 2-1, y la devolvió sin enemigos al jardín derecho.
McKenzie se convirtió en el décimo lanzador que lleva un juego perfecto durante 7.2 innings desde el último que completó el Rey Félix Hernández, para los Marineros de Seattle, cuyo noveno aniversario se celebró durante la jornada dominical.
Castro llegó al importante turno con apenas un hit en sus últimos 24 turnos, desde el 3 de agosto, pero se sacudió esa mala racha y evitó que Detroit fuera víctima de un juego perfecto en casi un siglo.
La única vez que los Tigres sufrieron algo semejante fue el 30 de abril de 1922, cuando Charlie Robertson, de los Medias Blancas de Chicago, no permitió que nadie se le embasara durante nueve tramos en el Navin Field de Detroit.
De cualquier forma, los Indios se llevaron el triunfo por paliza de 11-0 y recuperaron el segundo lugar de la división central de la Liga Americana, en su particular lucha contra los bengalíes.
Por tercer día consecutivo, los aficionados que ocuparon buena parte del aforo de 41.297 sillas, asistieron para aplaudir y registrar en sus móviles cada turno de Miguel Cabrera, quien persigue la histórica marca de los 500 jonrones.
Miggy no lo pudo conseguir. Se fue de 3-0 contra el novato McKenzie, incluidos dos ponches. Ahora, el maracayero ha fallado en las siete veces al bate en la que se ha enfrentado al delgado tirador de la tribu, con cuatro abanicados.
Desde que sacudió el cuadrangular 499 de su brillante trayectoria, el miércoles en el Oriole Park at Camden Yards, Cabrera liga de 7-1, con anotada, un elevado de sacrificio, un boleto y un golpeado.