El saldo provisional del terremoto de magnitud 7,2 que sacudió el suroeste de Haití el 14 de agosto aumentó a 1.419 muertos y más de 6.900 heridos, según los datos de los servicios de Protección civil del país. Ahora, la depresión tropical Grace descarga lluvias torrenciales y amenaza con dejar inundaciones y deslizamientos de tierra.
Dos días después del potente terremoto que sacudió Haití, matando a más de 1.400 personas, los trabajadores de rescate se afanaban en la búsqueda de desaparecidos posiblemente atrapados en las ruinas, mientras una tormenta amenaza este lunes con empeorar aún más la situación.
La depresión tropical Grace descarga lluvias torrenciales sobre Haití y amenaza con dejar inundaciones y deslizamientos de tierra en esta nación y la vecina República Dominicana, advirtió el estadounidense Centro Nacional de Huracanes, con sede en Miami.
Pero Haití, que padeció recientemente un magnicidio, aún lidia con el desastre de un potente terremoto el sábado 14 de agosto en la mañana. Según las últimas cifras de Protección Civil divulgadas la tarde del lunes, la catástrofe dejó 1.419 muertos, más de 6.900 heridos y una cifra superior a 37.000 viviendas destruidas o dañadas.
En la pequeña ciudad costera de Port Salut, al igual que en el resto de las zonas afectadas, los residentes se enfrentaban a un dilema: permanecer al aire libre para protegerse de las réplicas, o trasladarse a los edificios dañados para refugiarse del fuerte temporal por la depresión tropical Grace.
El hospital de la ciudad decidió intentar proteger a los pacientes que se hacinan en el patio bajo lonas de plástico desde el terremoto y desde el mediodía del lunes los pacientes fueron trasladados al interior de las instalaciones a pesar del temor a las réplicas.
“Los médicos nos piden que volvamos bajo la losa de hormigón esta noche, pero hasta ahora no estamos seguros. Todavía está temblando, así que por eso estamos fuera”, decía Wilfried Labaye, de 41 años, antes de que se tomara la decisión de meter a todo el mundo dentro.
Su esposa, Esperance Rose Nadine, de 36 años, yacía en el suelo a su lado. Sus dos piernas fueron aplastadas cuando su casa en las montañas cercanas se derrumbó. Labaye estaba preocupado no sólo por la salud de su esposa sino también por el clima, del que no pueden escapar. “No sé cómo será esta tormenta”, dijo.