«En un punto nos habíamos alejado demasiado y ella se arregló el traje de baño y empezamos a nadar, pero quedábamos en el mismo sitio.
Ella estaba detrás de mí, yo empecé a nadar porque sentía que me estaba ahogando, pero quedaba en el mismo lugar. Cuando vi uno de los palos donde amarran las lanchas, intenté llegar hasta allí y en ese momento vi un faro: era Glauber que me estaba buscando desde hace rato porque quedamos en fumarnos un cigarro. Yo me estaba ahogando, estaba cansado y me faltaba oxígeno. Me di cuenta de que Ángela no estaba. Ellos me ayudaron y me sacaron del agua y yo les decía que Ángela venía atrás de mí, pero estaba mareado. Empezaron a buscarla y no la encontraron. No estaba»
El pasado miércoles 11 de agosto el Tribunal Cuarto de Violencia contra la Mujer del Área Metropolitanade Caracas condenó a 29 años de prisión a José Alberto Cedeño, imputado por los delitos de femicidio agravado, violencia sexual y suministro de sustancias a menores de edad; y a José Zorrilla, acusado de omisión al socorro y complicidad en el delito de femicidio por el caso de Ángela Aguirre. Tras escuchar la sentencia, José Alberto rompió el silencio y contó en detalle lo que sucedió aquella noche del 23 de marzo de 2019: «Hubiese preferido ahogarme yo y no ella», asegura.
El día que Angela desapareció estaba en el cumpleaños número 18 de José Alberto. Sus padres la dejaron en la entrada del Club Ítalo-Venezolano de Puerto Ordaz, pero nunca más la vieron con vida. Cuando el cuerpo de la liceísta apareció flotando tres días después, José Alberto fue detenido junto a las otras seis personas que estaban en la celebración.
Desde entonces ha estado privado de libertad y actualmente su hogar es la cárcel Rodeo II, ubicada en Guatire, estado Miranda. Desde una mesa de concreto, José Alberto contó a El Cooperante su versión de los hechos, según la cual nunca existió un femicidio porque «no tendría razones para hacerle daño a una de sus amigas más cercanas».
Pese a que niega haberla asesinado, admite haber cometido imprudencias que causaron el siniestro:
«Pienso que yo tenía que quedarme con ella flotando así con los chalecos, se hubiera hecho más fácil ayudarla, hubiésemos nadado, pero en un momento como ese, entre la desesperación, pierdes la noción de todo. Hoy yo me salvé y ella no, pero eso es lo que he lamentado desde entonces porque realmente hubiese preferido que fuera al revés, hubiese preferido ahogarme yo y no ella».