Las elecciones regionales venezolanas y sus postrimerías han revelado cuatro aspectos fundamentales de la situación política del país: 1. La derrota del MUD; 2. Importantes logros electorales de fuerzas políticas pro-Chávez, pero no sometidas a la nomenclatura del PSUV; 3. El fuerte componente militar de la Nueva Clase Política (NCP) «bolivariana» y, 4. El desconocimiento del Testamento Político del Presidente Hugo Chávez por parte del Presidente de la Asamblea Nacional (AN), Diosdado Cabello.
1. Las derrotas de la derecha venezolana (MUD) demuestran que su fosilizada mente política no le permite entender que el decálogo de los neoliberales y neofascistas Uribe y Aznar no tiene viabilidad en la Venezuela, ni en la América Latina, de hoy. Por el bien del pueblo y de las clases medias venezolanas, esperamos que su incapacidad evolutiva se vuelva congénita.
2. El triunfo de Henry Falcón en la gobernación del Estado Lara y los éxitos del Partido Comunista Venezolano (PCV) en el Estado Portuguesa, entre otros, demuestran que el control de la nomenclatura del Partido del Estado (PSUV) y del despacho Presidencial nunca logró ser monolítico: que era posible disentir de ciertas directrices absurdamente centralistas y económicamente utópicas del Presidente, sin perder la base social de apoyo.
Desde que Henry Falcón renunció al PSUV, toda la maquinaria del oficialismo se volcó contra él, desde la alcaldesa de Iribarren, el entonces ministro Diosdado Cabello y las plumas pagadas de Miraflores, hasta el mismo Presidente. Y, pese a que cometió el error de acercarse electoralmente a la derecha (MUD), consiguió el apoyo del casi 55% de los votantes en Lara.
El PCV, que continua pegado al inviable paradigma del Socialismo del Siglo 20, cometió el sacrilegio de no aceptar las imposiciones de ciertas candidaturas del PSUV. Aun así, sin el apoyo del oficialismo, obtuvo una votación de alrededor del 10% en varios Estados, y en Portuguesa obtuvo alrededor del 23% de los votos.
3. De las 20 gubernaturas que el PSUV logró conquistar, once serán conducidas por exmilitares, entre ellos cuatro exministros de Defensa. Si estos gobernadores decidieran hacer un bloque de poder con los generales en activo, serían el fiel de la balanza en la correlación de fuerzas que determine el próximo candidato presidencial del PSUV.
4. El nombramiento de Nicolás Maduro como legítimo candidato a la Presidencia de Venezuela, por parte de Hugo Chávez, constituye, sin dudas el testamento político del gran prócer de la Patria Grande. Sucede entonces, que aún en vida, el exteniente Diosdado Cabello, hoy Presidente de la Asamblea Nacional, desconoce la voluntad del Presidente en funciones, para dar mano libre a sus ambiciones de ocupar la máxima investidura de la República: construyendo la absurda ficción de que Hugo Chávez pueda tomar posesión de la presidencia el 10 de enero, 2013. Toda persona realista sabe que el amigo, camarada y revolucionario Hugo Chávez ha llegado al fin de su heroica odisea de liberación. Lo demás es mentira.
El exteniente pretende postergar la fecha de las elecciones el mayor tiempo posible, a fin de relegar el testamento político del Presidente Chávez al olvido. Quiere ganar tiempo para ejecutar el oficio que siempre lo ha caracterizado: operar en lo oscurito para configurar el ajedrez de la sucesión a su favor. Al precio que sea.
Su pretensión es desmesurada. Maduro ganará las elecciones presidenciales contra Capriles Radonsky con un escaso margen. El exteniente anticomunista las perderá, porque no tiene apoyo popular ni carísma ni programa histórico progresista. Su única vía al poder sería alguna componenda con la derecha que, por supuesto, no tendrá reparo alguno en construir.
En la Revolución soviética, el apparatchik principal del PC de la URSS, Stalin, escondió el testamento político que había hecho Lenin. En este testamento Lenin propuso la remoción de Stalin como Secretario General del Partido, porque no garantizaba la continuidad de la Revolución. Cabello es más cínico aun. Pretende desaparecer la voluntad política del Presidente en vida.
La lucha por la sucesión de la «Revolución Bolivariana» está en pleno auge. El Termidor de la Revolución se encarna en Diosdado Cabello. Cabello es el Capriles Radonski del oficialismo. Hay que impedir su inmoral proyecto de usurpación de un poder que tiene solamente dos dueños legítimos: el pueblo venezolano y Hugo Chávez.
Por Heinz Dieterich